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Dirofilaria immitis en gatos, una parasitosis emergente: con motivo de 4 casos clínicos en gatos de vida indoor

Resumen breve

La filariosis es una enfermedad vectorial transmitida por mosquitos que afecta principalmente a la especie canina, pero que también puede afectar a otras especies como el gato, los hurones, carnívoros salvajes y el hombre.1

Resumen

La filariosis es una enfermedad vectorial transmitida por mosquitos que afecta principalmente a la especie canina, pero que también puede afectar a otras especies como el gato, los hurones, carnívoros salvajes y el hombre.1

Dado que el gato no es el hospedador definitivo de este parásito su ciclo biológico es diferente al del perro, haciendo que el número tanto de larvas jóvenes como de adultas sea mucho menor que en el perro. Esto, junto con lo que parece ser una mayor respuesta inmunológica por parte de los felinos hace que estos animales presenten unos signos clínicos diferentes e incluso permanezcan asintomáticos durante años, por lo que el diagnóstico se hace mucho más complejo.

Las particularidades de esta enfermedad en el gato junto con la creencia popular de que si permanece siempre en casa no está expuesto a un riesgo de infección crea la falsa sensación de que esta especie no se ve afectada por esta enfermedad, sin embargo se estima una prevalencia de entre un 5-10% con respecto a los perros de una misma área2, tanto si salen a la calle como si no.

Con este artículo queremos exponer 4 casos clínicos de gatos estrictamente indoor y concienciar así tanto a veterinarios como a propietarios de la importancia de la profilaxis de esta enfermedad que puede tener consecuencias tan graves en esta especie como la muerte súbita sin síntomas previos.

Introducción

Los felinos pueden adquirir una infección de dirofilaria immitis a través de la picadura de un mosquito (en Europa generalmente Culex pipiens, Aedes vexans y Aedes albopictus1), pudiendo llegar a desarrollarse así la enfermedad del gusano del corazón felina o la enfermedad respiratoria asociada al gusano del corazón, dependiendo de si las lesiones son producidas por parásitos adultos o por formas larvarias respectivamente.

Al ser los gatos hospedadores imperfectos de este parásito, tienen ciertas diferencias en su ciclo biológico y patofisiología con respecto al perro que es su hospedador natural, lo que hace la presentación y diagnóstico en esta especie ser tan diferente con respecto al perro. Al ser picados por un mosquito infectado, éste inoculará en los gatos larvas L3, de las que solo unas pocas (entre 1 y 6 por gato) llegarán a su estado adulto en un periodo que llevará de 7-9 meses, al contrario que en el perro en el que el 75% alcanzarán la madurez sexual en un periodo mucho más corto (4-6 meses).

La producción de microfilarias también será por tanto muy baja (solo un 20% de los gatos infectados desarrollarán gusanos machos y hembras adultos) y durará solo unos pocos meses1, 3, 4. La esperanza de vida de los adultos también es menor en esta especia (hasta 4 años, en lugar de 7 en los perros), en la que si no hay reinfecciones o consecuencias tras su muerte podría producirse la curación espontánea1, 3, 4.

Los síntomas desarrollados en los gatos pueden producirse por la muerte de las formas juveniles (a los 3-4 meses postinfección) o por la presencia o muerte de las formas adultas1. En el primer caso se producirá un tromboembolismo pulmonar grave y una respuesta eosinofílica en los pulmones (dando lugar a la llamada enfermedad respiratoria asociada al gusano del corazón – HARD; heartworm-associated respiratory disease) mientras que en el segundo se puede producir una anafilaxis sistémica aguda o muerte súbita causada por un tromboembolismo tras la muerte de las formas adultas, aunque lo más frecuente serán síntomas derivados de una inflamación crónica broncoalveolar1.

En el caso de la HARD los gatos desarrollarán una disnea de presentación aguda con un patrón pulmonar intersticial1, 6, 7 que puede tener una mejoría progresiva a los 6-8 meses post infección5. Los síntomas más frecuentes de la enfermedad del gusano del corazón producido por las formas adultas serán disnea de leve a moderada y tos crónica1. El vómito también parece ser un síntoma relativamente frecuente apareciendo en un cuarto o un tercio de los gatos afectados, aunque se desconoce la patogénesis2, 1.

Cuando se produce la muerte de los adultos se pueden desarrollar signos de anafilaxia caracterizados por insuficiencia respiratoria grave, hipotensión, vómitos y diarrea; o incluso producir la muerte súbita del animal debido a un tromboembolismo pulmonar o a una hemorragia grave debido a la disección de la arteria pulmonar1, 8, 9, 10 .

También se cree que contribuye a los síntomas de esta enfermedad la presencia de anticuerpos anti-Wolbachia (bacteria simbiótica de estos parásitos imprescindible en sus fases de muda embriogénesis y supervivencia), ya que se ha asociado en gatos infectados experimentalmente a una reacción inflamatoria en los pulmones que afectaría la función respiratoria1, 11.

En raras ocasiones, dado que pueden producirse migraciones aberrantes de las larvas, pueden aparecer síntomas neurológicos (síncopes, colapso, ataxia, convulsiones, paraparesia, monoparesia, ceguera y síndrome vestibular) y efusiones1, 2, 3, 4, 12, 13.

Debido al bajo número de parásitos presentes en los gatos el diagnóstico será más complejo que en los perros, debiéndose realizar diversas pruebas complementarias como la detección serológica de anticuerpos y antígenos, radiografías torácicas y/o ecocardiografías. Un test de anticuerpos positivo indicará una exposición del gato a la filaria, sin embargo no determinará el estado de desarrollo de ésta dentro del mismo, además la duración de la respuesta de anticuerpos varía enormemente entre gatos pudiendo detectarse estos incluso cuando el animal ya ha eliminado la infección, en cuyo caso obtendremos falsos positivos1, 5.

Un test de antígeno positivo confirmará la presencia hembras adultas de filaria, sin embargo no detectará la presencia de formas inmaduras o de infecciones producidas solo por machos, por lo que pueden darse falsos negativos1, 2, 5. Se ha demostrado que el precalentamiento previo de las muestras ayuda a disociar los complejos antígeno-anticuerpo mejorando, por tanto la eficacia de los test de antígeno.1, 5, 14 Debido a que menos del 20% de los gatos infectados presentan microfilaremia y que ésta solo puede ser detectada durante 1-2 meses (a los 7-8 meses post infección), los test para detectar microfilaremia, como el test de Knott modificado, resultan de poca utilidad en el gato1, 3, 4, 5.

Los cambios radiográficos más frecuentes en gatos con dirofilariosis incluyen aumento lobar y periférico de la arteria pulmonar y un patrón brocointersticial que puede ser focal o difuso, más marcado en los lóbulos pulmonares caudales.5, 15, 16, 17 Un ratio del ancho de la arteria pulmonar derecha al ancho de la novena costilla (en proyección DV o VD) mayor a 1.6 es muy sugerente de enfermedad del gusano del corazón2, 5, 18.

La ecocardiografía puede ser muy útil en la detección de formas adultas, sin embargo la sensibilidad de esta prueba depende mucho de la habilidad del examinador, variando del 40-100%1, 2, 5, 19. Los gusanos se detectaran como líneas hiperecóicas paralelas localizadas en la mayoría de las ocasiones en las arterias pulmonares y, con menos frecuencia en el atrio derecho, ventrículo derecho y vena cava5, 19. Un examen ecocardiográfico en el que no se detecten gusanos no excluye el diagnóstico, ya que aún pueden no haberse desarrollado formas adultas o pueden haber pasado desapercibidas para el examinador.

No existe un tratamiento adulticida aprobado para su uso en gatos, además su uso implica un alto riesgo de tromboembolismo pulmonar y reacciones anafilácticas tras la muerte de los adultos. La extirpación quirúrgica de los adultos es posible en algunos casos, sin embargo si durante el procedimiento los gusanos se rompen o se desprenden trozos de cutícula, podría desencadenarse una reacción anafiláctica1, 2, 5, 20.

En los gatos con síntomas respiratorios o con alteraciones radiológicas se puede utilizar prednisolona (2 mg/kg/24h VO inicialmente e ir reduciendo progresivamente) para mejorar su condición. La mejora en los cambios radiológicos junto con un test de antígeno negativo que previamente fuera positivo son marcadores de recuperación independientemente de que el test de anticuerpos siga siendo positivo1, 2, 5.

Dado que no existe un tratamiento eficaz para la eliminación de los parásitos, sino más bien de soporte y sintomático hasta que el propio hospedador pueda eliminarlos, y a las graves consecuencias que puede llegar a generar esta infección (daño pulmonar crónico, reacciones anafilácticas, disección arterial, muerte súbita) se hace imperativo el uso de tratamientos de quimioprofilaxis tanto en animales sanos como en infectados para evitar reinfecciones. Actualmente existen cuatro moléculas autorizadas para su uso para prevención de la infección por dirofilaria immitis en el gato (tabla 1)1.

Tabla 1. Fármacos disponibles para prevención de la infección por dirofilaria immitis en el gato.
Lactona macrocíclica Dosis mensual Via de administración
Ivermectina 24 µg/kg Oral
Milbemicina oxima (con prazicuantel) 2mg/Kg Oral
Moxidectina (con imidacloprid) 1 mg/kg Tópica, spot-on
Selamectina 6 mg/kg Tópica, spot-on
Eprinomectina (con prazicuantel y (S)-metopreno y fipronilo) 0.48 mg/kg Tópica, spot-on

El aumento global de las temperaturas y de los niveles de humedad, junto con una mayor población de mosquitos y una actividad estacional de estos más prolongada han hecho de la dirofilariosis felina una enfermedad emergente1, 21 con cada vez más prevalencia en nuestro país en zonas en las que anteriormente no considerábamos endémicas. Otro factor a tener en cuenta en la globalización de esta enfermedad es el mayor número de perros que viajan alrededor del mundo, pudiendo estar muchos de ellos infectados.

Aunque un reciente estudio demostró que los gatos de vida outdoor tienen 3 veces más riesgo de ser positivos al test de antígeno, es sabido que aproximadamente un tercio de todos los gatos positivos al test de antígeno viven indoor1, 22.
Con este artículo pretendemos hacer un breve revisión sobre la enfermedad y exponer una serie de casos detectados en nuestra práctica diaria en la especie felina de gatos de vida exclusivamente indoor, para de este modo concienciar tanto a compañeros como a propietarios de la importancia de la prevención de la filariosis felina que cada vez veremos y diagnosticaremos con más frecuencia.

Casos clínicos

Caso 1

Se presenta en consulta Bogart, un gato macho castrado, rojo tabby, común europeo de 7 años de edad para una segunda opinión de un proceso de tos crónica de 6 meses de duración.
Bogar hace una vida exclusivamente indoor, se alimenta de una combinación de dieta seca y un sobre de comida húmeda al día, está correctamente vacunado y su última desparasitación tanto interna como externa fue hace más de 6 meses.

Su propietaria comenta que ha sido diagnosticado de asma felina, pero que tras 10 días de tratamiento con fluticasona inhalada no aprecia mejoría en Bogart y la frecuencia de los episodios de tos va en aumento.
A la exploración física Bogar esta alerta y presenta una condición corporal 6/9 (peso 5.7kg). Presenta unas mucosas rosadas con TRC<2seg, buen grado de hidratación, pelo suave y brillante, abdomen blando y no doloroso a la palpación, ganglios linfáticos sin linfadenopatías evidentes, FC 142 lpm y FR 30 rpm. A la auscultación destacan leves sibilancias más acusadas en hemitórax derecho.

Su propietaria aporta radiografías torácicas previas en las que se aprecia un patrón broncointersticial, sobre todo en lóbulos caudales, hemograma y bioquímica general sin alteraciones relevantes. No se realizaron más pruebas adicionales e iniciaron un tratamiento con fluticasiona inhalada (Inalacor 50µg; 1-2 puff cada 12h) para valorar la respuesta al tratamiento.

Se propone a la propietaria completar el protocolo diagnóstico de Bogart realizando un análisis coprológico con la técnica de Baerman, serología de dirofilaria immitis y lavado broncoalveolar con toma de muestras para citología, cultivo bacteriano y pcr de mycoplasma felis. Ésta accede a traernos una muestra de heces para la realización de la prueba de Baerman y a la extracción de sangre para realizar serología de dirofilaria immitis, pero por el momento no nos permite realizar el lavado traqueobronquial. Al llevar sólo 10 días con terapia inhalada (se espera una mejoría aproximadamente a las dos semanas de tratamiento) decidimos mantenerla y añadir también prednisolona oral (1mg/kg/12h VO inicialmente) para evaluar la respuesta al tratamiento e intentar mejorar los síntomas de Bogart.

En la prueba de Baerman no se recogen larvas, sin embargo la serología es positiva a dirofilaria immitis, así como la determinación de antígeno de Wolbachia que se realizó posteriormente.
Tras el resultado obtenido, la propietaria accede a la realización de una ecocardiografía para intentar identificar parásitos adultos, sin embargo el ecografista no aprecia los cambios característicos que corresponderían al hallazgo de formas adultas.

Al responder correctamente al tratamiento sintomático prescrito, tras una semana de tratamiento comenzamos a disminuir progresivamente la dosis de prednisolona oral hasta su retirada y añadimos una profilaxis mensual a base de milbemicina oxima y praziquantel para evitar posibles reinfecciones. Así mismo, establecemos un protocolo de revisión radiológica semestral para evaluar una posible recuperación de las lesiones ocasionadas e intentar la retirada en un futuro del tratamiento inhalado.

Caso 2

Se presenta en consulta Yoyo, un gato macho castrado, negro, común europeo de 9 años de edad con un proceso de tos de aproximadamente un mes de duración.
Yoyo es un gato que hace una vida exclusivamente indoor, se alimenta de una combinación de dieta seca y un sobre de comida húmeda al día, está correctamente vacunado y desparasitado. Es positivo al virus de la inmunodeficiencia felina diagnosticado hace ya 5 años cuando lo adoptaron de un refugio.

Sus propietarios comentan que desde hace aproximadamente un mes vienen observando episodios de tos esporádicos (1-2 episodios por semana). Independientemente de los episodios de tos esporádicos comentan que Yoyo mantiene buena actitud y apetito y no han detectado ningún otro síntoma que les preocupe.

A la exploración física Yoyo esta alerta y presenta una condición corporal 6/9 (peso 6.7kg). Presenta unas mucosas rosadas con TRC<2seg, buen grado de hidratación, pelo suave y brillante, abdomen blando y no doloroso a la palpación, ganglios linfáticos sin linfadenopatías evidentes, FC 138 lpm y FR 24 rpm. La auscultación pulmonar es aparentemente normal.

Se decide realizar un protocolo diagnóstico completo de tos crónica a Yoyo en el que incluimos radiografía torácica, coprológico con la técnica de Baerman, serología de filaria, hemograma, bioquímica completa y lavado traqueobroquial con toma de muestras para citología, cultivo bacteriano y pcr de mycoplasma felis. Las radiografías torácicas nos mostraron un leve patrón broncointersticial, mediante la técnica de Baerman no rescatamos ninguna larva, la serología de filaria resultó ser positiva y los valores del hemograma y la bioquímica se encontraron dentro del rango de referencia.

La citología obtenida del lavado traqueobronquial reveló un leve infiltrado inflamatorio constituido fundamentalmente por eosinófilos junto con células epiteliales pulmonares normales. No se aislaron agentes infecciosos en el cultivo y la pcr de mycoplasma resultó ser negativa.

Tras el resultado positivo de anticuerpos de filaria, se realizó también la determinación de antígenos de Wolbachia, siendo ésta positiva, por lo que se concluyó que el origen de la tos de Yoyo se debía a una infección por dirofilaria immitis.
Realizamos una ecocardiografía a Yoyo para intentar localizar formas adultas, sin embargo no se evidenció la presencia de las mismas por parte del cardiólogo.

Se inició un tratamiento oral a base de prednisolona (1mg/kg/12h durante la primera semana y reducción gradual hasta obtener la dosis mínima eficaz) para el control de los síntomas y se estableció un protocolo quimioprofilactico trimestral a base de moxidectina y fluralaner. Así mismo, programamos una monitorización semestral para el control de síntomas, cambios radiológicos y evaluación de su estado en relación con la inmunodeficiencia felina.

Caso 3 y 4

Niko es un gato macho castrado, bicolor Brown tabby de pelo largo, común europeo de 8 años de edad que viene a su cita de revisión de salud y revacunación. Se trata de un gato que hace una vida exclusivamente indoor, se alimenta de una combinación de dieta seca y húmeda al día, está correctamente vacunado y desparasitado y no tiene un historial relevante de enfermedades previas.

Fermín es un gato macho castrado, Seal point, común europeo de 4 años de edad que acude a su cita programada de procedimiento oral que consiste en una limpieza de boca y la exodoncia de dos piezas dentales afectadas de enfermedad reabsortiva felina. Fermín es un gato indoor, leucemia positivo, que se alimenta de dieta seca y está correctamente vacunado y desparasitado.

Como parte de la colaboración que llevamos a cabo con el departamento de Medicina Veterinaria e Investigación terapéutica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canarias para la determinación de la seroprevalencia de dirofilaria immitis en la población felina de Sevilla, proponemos a los familiares la extracción de sangre de Niko y Fermín para formar parte de la población testada, a lo que estos acceden gratamente.

Ambos gatos resultan positivos tanto a anticuerpos de dirofilaria immitis como a antígeno de Wolbachia, por lo que se les considera infectados a pesar de no mostrar ningún signo clínico. Los propietarios de Fermín reportan ser conscientes ahora de que esporádicamente en el pasado detectaron algún episodio de tos, pero actualmente no reportan síntomas.

Tanto los propietarios de Niko como de Fermín acceden a que les realicemos una ecocardiografía de control no evidenciándose la presencia de formas adultas de filaria en ninguno de los dos gatos.
Ambos pasan a recibir un tratamiento preventivo trimestral a base de moxidectina y fluralaner en spot on y a los 6 meses desde la detección de la infección volveremos a tomarles una muestra para testarlos de nuevo.

Discusión

El objetivo de exponer esta serie de casos clínicos es tomar conciencia sobre una incidencia cada vez mayor de esta enfermedad en la especie felina en la que como los autores han podido comprobar el hecho de “no salir de casa” no tiene un efecto protector. Si bien es cierto que estos animales pueden tener un menor riesgo, en comparación con los gatos outdoor que parece que tienen 3 veces más riesgo de dar positivo al test de antígeno1, 22, ello no les exime de necesitar un tratamiento preventivo dado que se trata de una enfermedad que puede pasar desapercibida y que puede tener consecuencias letales.

Además, muchos de los gatos considerados indoor tienen acceso a patios, terrazas o jardines que puede hacerlos igual de susceptibles que los gatos outdoor dependiendo de la localización de la vivienda (ej: ubicada cerca de una fuente de agua). Es muy común entre los propietarios de gatos indoor que viven en pisos a alturas elevadas la instalación de mosquiteras en todas las ventanas para prevenir el síndrome del gato paracaidista y es posible que estos gatos puedan estar algo más protegidos, sin embargo esto no siempre evitará el paso de los especímenes, por lo que merece la pena mantener un tratamiento preventivo.

En los resultados reportados por el departamento de Medicina Veterinaria e Investigación terapéutica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canarias, la prevalencia total de las muestras remitidas por nuestro centro fue de un 5% (teniendo en cuenta tanto gatos indoor como outdoor), por lo que podría coincidir con los estudios previos en los que se estima una prevalencia de entre un 5-10% con respecto a los perros de una misma área, o ser algo mayor, ya que se desconocen los datos en la especie canina en la provincia de Sevilla.

En los casos presentados no realizamos la prueba de antígeno de filaria a los gatos positivos a anticuerpos, sin embargo sí se realizó una prueba de antígeno de Wolbachia, que al ser un microorganismo simbiótico y necesario para el desarrollo de dirofilaria immitis, nos estima de manera indirecta la presencia de este parásito.

En todos los gatos positivos se tomarán muestras en 6 meses para volver a determinar los anticuerpos para filaria y el antígeno de Wolbachia, de manera que sirva de monitorización de la enfermedad y determinar el momento de curación o eliminación del parásito.

Conclusiones

Factores como el cambio climático o la globalización en los viajes están convirtiendo la filariosis tanto canina como felina en una enfermedad cada vez más extendida y que comienza a afectar zonas no consideradas previamente como endémicas. Debido a esto y al mayor conocimiento en el diagnóstico de esta enfermedad en la especie felina, cada vez se detectan más casos en dicha especie, haciéndonos ver que gatos de vida indoor se ven más afectados de lo que se sospechaba.

Dado que los tratamientos adulticidas (tanto médicos como quirúrgicos) están asociados a riesgos elevados y sólo podemos optar por un tratamiento médico para el control de los síntomas asociados, la quimioprofilaxis cobra una importancia relevante tanto para proteger a nuestros felinos como para prevenir reinfecciones. En ocasiones podremos encontrarnos con animales asintomáticos en los que la enfermedad nos pase desapercibida, pero en otras ocasiones el único síntoma que encontraremos será la muerte súbita del gato debido a un tromboembolismo o a una disección arterial, motivo de peso para incluir un tratamiento profiláctico preventivo a lo largo de todo el año como los autores han comenzado a realizar.

Bibliografía

Agradecimientos

Los autores quieren expresar su agradecimiento al departamento de Medicina Veterinaria e Investigación terapéutica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canarias, especialmente su inestimable colaboración a Alberto Montoya y Elena Carretón por su inestimable ayuda.

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