Leishmania, cambio climático y fauna silvestre: razones para estar alerta también en el norte
Resumen breve
Durante los últimos años, los rápidos cambios apreciados en nuestro planeta, una creciente concienciación social y en última instancia la funesta aparición y expansión mundial de la Covid-19 han puesto tristemente de moda palabras como cambio climático, calentamiento global, enfermedades compartidas y zoonosis. Teniendo en cuenta que más del 60 % de las enfermedades emergentes en el ser humano tienen un origen animal1,Índice de contenidos
Introducción
Durante los últimos años, los rápidos cambios apreciados en nuestro planeta, una creciente concienciación social y en última instancia la funesta aparición y expansión mundial de la Covid-19 han puesto tristemente de moda palabras como cambio climático, calentamiento global, enfermedades compartidas y zoonosis. Teniendo en cuenta que más del 60 % de las enfermedades emergentes en el ser humano tienen un origen animal1, estos términos llevan ya mucho tiempo presentes en la mente y trabajo diario de los profesionales veterinarios. La vigilancia sanitaria de fauna silvestre es uno de los campos en que la indisoluble relación entre salud animal, ambiental y humana que defiende el concepto “One Health” resulta más evidente, y la leishmaniosis un magnífico ejemplo al respecto: una enfermedad provocada por un protozoo (Leishmania infantum) que afecta al ser humano y otras especies de mamíferos domésticos y silvestres -con el perro como su principal reservorio- y cuya transmisión mediada por vectores viene determinada por las condiciones del medio2,3,4.
Leishmaniosis canina en el norte de la península - fauna silvestre como fuente de información
El Norte de la Península ibérica, históricamente considerado una región no endémica de Leishmania5,6,7, ha sido recientemente definido como “hipoendémica” para este protozoo atendiendo a los últimos estudios efectuados en perros, que arrojan seroprevalencias menores al 7% en una franja que va desde Navarra hasta la costa gallega8. Al igual que en el resto del Norte Peninsular, en el caso concreto del Principado de Asturias los datos publicados sobre esta zoonosis en animales domésticos son escasos y centrados en el estudio de la presencia de anticuerpos en perros, con seroprevalencias comprendidas entre el 1.7 % y el 4.7 % durante la última década7,8,9.
El reciente desarrollo de técnicas de diagnóstico molecular como la PCR ha permitido confirmar la notable diferencia existente entre el porcentaje de perros infectados por Leishmania y el de los que llegan a seroconvertir, manifestar signos clínicos o enfermedad6,10,11. Estas técnicas han resultado también cruciales para el estudio de la presencia del parásito en diferentes especies de fauna silvestre y avanzar en la comprensión del papel que desempeñan en la epidemiología de la enfermedad12,13.
Un importante brote recientemente registrado en el Sur de Madrid, con 691 casos de leishmaniosis humana diagnosticados entre 2010 y 201614, representa un claro ejemplo de la necesidad de emplear el enfoque One Health para el estudio de zoonosis. En este llamativo brote la liebre ibérica y el conejo silvestre fueron identificados como los principales reservorios implicados en la transmisión y proliferación de la enfermedad15,16, y los cambios ambientales provocados por el ser humano (en este caso la construcción de un gran parque periurbano en la zona) señalados como un factor determinante a la hora de explicar el brote13.
Un estudio retrospectivo efectuado por Ruiz-Fons y colaboradores17 tras el citado brote de Madrid analizó muestras de bazo de 94 liebres recogidas entre 2004 y 2010 en 6 regiones geográficas de la Península. El parásito fue detectado en animales de las 6 regiones estudiadas, obteniendo una prevalencia media de un 43.6 % para toda la Península. Uno de los datos más llamativos de este trabajo fue que las liebres europeas muestreadas en la región atlántica fueron las que presentaron una prevalencia más alta, concretamente del 64.3 %. Esta elevada prevalencia registrada en la región atlántica representa uno de los primeros avisos sobre una presencia de este protozoo más extendida en el Norte de España, al menos en áreas rurales, de lo estimado hasta ese momento.
Otro interesante trabajo desarrollado en el País Vasco entre 2001 y 2006 mostró la presencia de material genético de Leishmania (sin lesiones compatibles detectadas) en el 28 % de 156 carnívoros silvestres muestreados18. Tejones (n=53) y zorros (n=48) ofrecieron prevalencias del 26 % y 29 % respectivamente, en una región donde no habían sido publicados hasta la fecha datos sobre casos autóctonos de leishmaniosis en perros.
En el Principado de Asturias se estudió la presencia de L. infantum en muestras de 102 lobos (y otros 45 carnívoros silvestres incluidos en el estudio) muestreados entre 2008 y 201419 en el marco de la Red de Vigilancia sanitaria de fauna silvestre. La prevalencia media obtenida mediante PCR en bazo fue de un 40 % para todos los carnívoros muestreados, mientras que la presencia de material genético de Leishmania fue confirmada en un 33 % de los lobos analizados y en un 46 % de los zorros incluidos en el trabajo. El parásito se detectó en animales procedentes de la práctica totalidad de la geografía asturiana, y en ningún caso se detectaron clínica ni lesiones compatibles con leishmaniosis asociadas a los individuos positivos. Esta condición asintomática de los lobos estudiados concuerda con la ausencia de anticuerpos frente a Leishmania registrada en un estudio previo en el que se analizaron 39 lobos asturianos, a pesar de que en 18 de ellos sí que fue posible detectar la presencia de DNA del protozoo20. La comparación de los resultados obtenidos para los animales muestreados entre 2008 y 2014 con los de un trabajo de investigación previo efectuado sobre carnívoros silvestres muestreados entre 1990 y 200721 reveló un aparente aumento de la presencia de L. infantum en carnívoros silvestres asturianos durante la última década: prevalencias del 18.1 % y 21 % en lobos y zorros respectivamente en el trabajo publicado en 2008 frente a los citados 33 % y 46 % obtenidos en el trabajo más reciente (2018).
Ciclo doméstico-ciclo selvático, y necesidad de xenodiagnóstico
La aparente expansión de L. infantum hacia regiones situadas al Norte de su área histórica de distribución no es ni mucho menos un fenómeno circunscrito al Norte de la Península ibérica. Esta detección del parásito en nuevas regiones ha sido constatada en Italia24,25, Francia26, Alemania27, Estados Unidos28… Aparte de la globalización y otras actividades antropogénicas como modificaciones ambientales, el cambio climático ha sido propuesto como una de las principales causas de esta expansión de la leishmaniosis2,3,24: influyendo en la densidad, distribución y patrones de actividad de los flebótomos, y afectando con ello a la distribución y epidemiología de la enfermedad provocada por el parásito que transmiten3,25. Con regiones endémicas y otras aún hipoendémicas del parásito, y los efectos ya apreciables en la Península Ibérica de este cambio climático sobre temperatura y pluviosidad29, la expansión tanto de flebótomos como de Leishmania es una consecuencia esperable que parecemos estar comenzando a apreciar ya.
Diagnóstico molecular y prevalencia en perros: piezas clave
En resumen, tanto los datos de seroprevalencia en perros como los de prevalencia en fauna silvestre y sus tendencias temporales han de ponernos sobre aviso acerca de la aparente expansión de L. infantum en la Península ibérica. Sin embargo, el sesgo hacia un posible ciclo selvático15,21,30,31 que los datos de prevalencia en fauna silvestre pueden representar supone que conocer la situación y evolución reales en el ciclo doméstico de Leishmania en estas zonas requiera de más estudios y datos de prevalencia en perros. La variedad de posibles síntomas y manifestaciones clínicas del proceso ha podido suponer que su presencia resultase subestimada en aquellas regiones en las que el parásito se consideraba hasta hace poco ausente. Es por ello que parece recomendable incluir la leishmaniosis entre los diagnósticos diferenciales y potenciar el empleo de técnicas moleculares de diagnóstico en la clínica diaria de los perros que llegan a consulta en estas regiones no-endémicas o periendémicas9,18,19. Los veterinarios clínicos, con su trabajo diario “a pie de campo”, son piezas clave para evaluar cuál es la situación real en sus respectivas zonas de trabajo y ayudar a conocer la epidemiología y tendencias temporales de la leishmaniosis canina a nivel de la Península ibérica.
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