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Infiltración epidural como alternativa terapéutica en casos de estenosis lumbosacra

Resumen breve

El dolor con origen en columna es una de las patologías más frecuentes en medicina humana, considerándose que hasta un 80 % de los adultos, independientemente del sexo, van a presentar algún tipo de lumbalgia en su vida, principalmente asociadas a procesos mecánicos y degenerativos asociados a la propia articulación lumbosacra1. En la mayoría de los casos, el dolor asociado se debe a la estenosis y compresión de las raíces nerviosas terminales, también denominado filum terminale o cauda…

Introducción

El dolor con origen en columna es una de las patologías más frecuentes en medicina humana, considerándose que hasta un 80 % de los adultos, independientemente del sexo, van a presentar algún tipo de lumbalgia en su vida, principalmente asociadas a procesos mecánicos y degenerativos asociados a la propia articulación lumbosacra1. En la mayoría de los casos, el dolor asociado se debe a la estenosis y compresión de las raíces nerviosas terminales, también denominado filum terminale o cauda equina.

En veterinaria nos encontramos con patologías muy similares, con escasos estudios referidos únicamente al impacto del dolor, seguramente por la dificultad en cuanto al diagnóstico al presentarse con un alto componente neuropático y la limitación en cuanto a la valoración por imposibilidad de comunicación verbal con el paciente. La estenosis del canal a nivel lumbosacro se considera como un trastorno adquirido, predominante en perros de razas grandes, con origen en diferentes causas (Tabla 1).

Tabla 1. Posibles causas de estenosis lumbosacra.

Enfermedades congénitas:

  • Anomalías anatómicas, ya sea solo vertebral o también en las raíces nerviosas

Enfermedades adquiridas

  • Discoespondilitis
  • Tumores
  • Protrusiones o hernias discales
  • Estenosis del conducto asociado a desplazamiento vertebral (espondilolistesis)

Patologías mixtas. Combinación de la anteriores


La estenosis lumbosacra es una patología degenerativa, tradicionalmente asociada a perros de razas medianas o grandes, con cierta predisposición racial (Pastor alemán, Schnauzer, Husky siberiano, Doberman, Rottweiler, Bóxer). Tradicionalmente se consideraba rara en el paciente felino, pero actualmente aumenta el número de casos diagnosticados, siendo necesario incluirlo como diagnóstico diferencial más en gatos con sintomatología de dolor en zona lumbosacra.

En perros las causas más frecuentes suelen ser hernias dorsales del anillo fibroso (Hansen tipo II), engrosamiento de los arcos vertebrales o de las carillas articulares, hiperplasia o hipertrofia del ligamento o inestabilidad de la articulación lumbosacra, o la combinación de varias. Respecto a la inestabilidad en la articulación, lo más frecuente suele ser un desplazamiento ventral del sacro respecto a la última vértebra lumbar (L7)2,3.

Los síntomas clínicos suelen aparecer entre los 3 y los 7 años, más frecuente en machos, con cuadros asociados con generalmente una limitación funcional con déficit para incorporarse, subir escaleras, cojera de alguna de las extremidades posteriores, paresia del rabo, pérdida de masa muscular e incluso cierto grado de incontinencia urinaria y fecal, acompañada o no de eliminación inapropiada debido a la incapacidad postural del paciente en los momentos de eliminación. Además, pueden aparecer cuadros de lamido o incluso automutilación en zona de rabo y periné o incluso en zonas de extremidades, causados por parestesias directas por la compresión y/o irritación de las raíces nerviosas.

En casos de compresión severa aparecerá compromiso neurológico, con déficit propioceptivo que se hace evidente en el desgaste dorsal de las uñas en extremidades posteriores, disminución en la flexión del corvejón, incluso disminución del reflejo en el tendón de Aquiles.

El dolor es posible que sea uno de los síntomas más frecuentes y precoz en estos pacientes, aunque los síntomas suelen pasar desapercibidos por el propietario hasta que aparecen ya algunos de los síntomas anteriores. Este retraso temporal se debe a la dificultad diagnóstica del dolor neuropático en animales, al presentar con frecuencia síntomas leves inicialmente (disestesias o parestesias) que pasan desapercibidas hasta que evolucionan y provocan modificaciones comportamentales y alteración en la calidad de vida del paciente, siendo esto el motivo de alarma para el propietario.

Pueden incluso aparecer posturas antiálgicas, generalmente una posición cifótica en las extremidades posteriores, en la marcha y sobre todo en estación, con cambios posturales frecuentes e incluso déficit total o parcial de apoyo en una extremidad en los casos de lateralización de la lesión.

En la exploración de la zona, es frecuente encontrar fenómenos de hiperestesia e hiperalgesia. El dolor se presenta más evidente a la palpación en “estrés” de la articulación, con extremidades posteriores en extensión caudal o con elevación del rabo en 90 grados.

La principal dificultad diagnóstica se debe en gran medida a variabilidad en cuanto a la presentación clínica, con una pobre correlación entre sintomatología, exploración y los hallazgos radiológicos. El diagnóstico puede ser presuntivo en base a una historia clínica detallada, exploración minuciosa y radiografías simples en dos proyecciones, necesitando una colocación cuidadosa del paciente (bajo sedación) ya que parte de los signos radiológicos pueden ser artefactos de posicionamiento debidos a la rotación de la columna. Por esto, el diagnóstico definitivo se basa en la realización de técnicas de imagen avanzada (tomografía computerizada o resonancia magnética) (Figuras 1 y 2; Tabla 2).

Figura 1. Imagen sagital potenciada en T2 de resonancia magnética de un paciente con estenosis lumbosacra mostrando disco IV mineralizado y protruido produciendo estenosis moderada del canal vertebral, así como desplazamiento y compresión de la cauda equina.
Figura 1. Imagen sagital potenciada en T2 de resonancia magnética de un paciente con estenosis lumbosacra mostrando disco IV mineralizado y protruido produciendo estenosis moderada del canal vertebral, así como desplazamiento y compresión de la cauda equina.
Figura 2. Radiografía de paciente con estenosis lumbosacra, con algunas de las características radiológicas más frecuentes remarcadas.
Figura 2. Radiografía de paciente con estenosis lumbosacra, con algunas de las características radiológicas más frecuentes remarcadas.
Tabla 2. Posibles signos visibles en radiología simple (L7-S1).
  • Espondilosis deformante en los aspectos ventrales y laterales de las vértebras
  • Estrechamiento en el canal medular
  • Esclerosis en las placas vertebrales
  • Artropatía degenerativa a nivel de los procesos articulares vertebrales
  • Desplazamiento ventral del sacro respecto a L7
  • Reducción por dorsal del canal medular a nivel de L7-S1
  • Protrusión del disco intervertebral cuando esté mineralizado

Tratamiento

El tratamiento dependerá de muchos factores, del diagnóstico concreto, presentación clínica, condición corporal, incluso de la edad del paciente.
El tratamiento quirúrgico se basa en laminectomía dorsal descompresiva en las vértebras L7 y S1, asociado o no a foraminotomía y/o descompresión de las carillas articulares según cada caso. Los resultados del tratamiento quirúrgico son dispares según diferentes autores, con peor pronóstico en aquellos casos de lateralización, con material discal en localización foraminal, con mejoría clínica que varía del 67-97 % según los diferentes autores y población estudiada, pero con indicación generalmente en pacientes con signos avanzados y sin respuesta aceptable al tratamiento conservador4.

El tratamiento conservador se basa en un enfoque multimodal, con un papel importante la pérdida de peso y mejora de la masa muscular (rehabilitación y fisioterapia), que en definitiva será la que mantenga la estabilidad articular, pero para poder hacer una recuperación adecuada del músculo, es necesario un adecuado control del dolor para evitar posiciones antiálgicas que alteren aún más la dinámica de la articulación.

El tratamiento conservador tradicional se ha basado en un periodo de reposo relativo (4-6 semanas), con el riesgo que ello conlleva respecto a la musculatura, sobre todo en animales de edad avanzada; y el uso de diferentes analgésicos y antiinflamatorios, con la inclusión de adyuvantes con grados de evidencia muy dispares5. El uso de antiinflamatorios es un pilar en el tratamiento, con el uso controvertido respecto a los fármacos esteroideos, al presentar un efecto más rápido y parece que potente, pero con mayores efectos adversos en el uso prolongado, siendo la pérdida de masa muscular posiblemente uno de los más dramáticos en pacientes con cualquier tipo de enfermedad degenerativa articular.

Aun con todas estas alternativas, la eficacia del tratamiento conservador es variable, y siempre con un carácter temporal, asociado principalmente al periodo de administración de los fármacos, sobre todo con antiinflamatorios, con un alto número de pacientes en los que los signos clínicos reaparecen en el momento de retomar la rutina de movilidad6.

La inclusión en los protocolos de tratamiento de técnicas invasivas en casos de fracaso terapéutico se ha instaurado en medicina humana como una herramienta más para mejorar la calidad de vida del paciente, con tasas de éxito de un 40-80 %, explicándose esta variabilidad por ser técnicas muy dependientes de la patología, de la experiencia del operador, de los medios técnicos e incluso el propio individuo7.

Dentro de estas técnicas, la infiltración de corticoides por vía epidural es la alternativa más sencilla y realizable en nuestros pacientes. Con un número limitado de estudios concretos en veterinaria, la eficacia demostrada en humana es muy parecida a la de la técnica quirúrgica: 65-80 % en el caso de cirugía frente a un 60-90 % en el caso de la infiltración8,9.

En humana, los corticoides más utilizados son la betametasona, metilprednisolona, dexametasona y triamcinolona; con escasa evidencia en cuanto a diferencias significativas entre unos y otros en lo que a eficacia y duración se refiere. En los estudios de humana, la elección de uno u otro fármaco se basa en gran medida en las preferencias personales y en la presentación farmacológica, siendo de elección las presentaciones no particuladas frente a las particuladas (aquellas con características “depod”) en aquellas técnicas en las que haya riesgo de inyección accidental intravascular, disminuyendo así el riesgo de embolismos8.

Respecto a la duración de acción, los resultados son controvertidos, con estudios muy heterogéneos, pero algunos autores sí han evidenciado una mayor duración de acción con el uso de los particulados10.

El efecto analgésico se basa en la acción antiinflamatoria directa del corticoide sobre el nervio al disminuir la concentración de sustancias proinflamatorias y nociceptivas como citoquinas, óxido nítrico, HSP 70 y otras muchas6.

La técnica más simple consiste en la infiltración en el espacio epidural del corticoide. El abordaje sacrococcígeo interlaminar puede ser la elección, mejorando la progresión del volumen por el espacio epidural y las zonas afectadas, y, por otro lado, se disminuye el riesgo de daño mecánico asociado a la técnica respecto a cuando se realiza por un abordaje lumbosacro. En casos con lesión foraminal uni o bilateral, y en función del cuadro clínico del paciente, la inyección foraminal del corticoide, asociado o no a la inyección epidural, puede mejorar los resultados considerablemente (Figura 3).

Como en cualquier punción del espacio epidural, se hace necesario una técnica cuidadosa, con confirmación de la localización, y sobre todo con la máxima esterilidad. Esto disminuirá el riesgo de infecciones asociadas a la técnica, tanto a nivel epidural como en el trayecto de la infiltración. Otras complicaciones que, aun siendo muy raras, debemos conocer e informar al propietario, son posibles reacciones alérgicas (más frecuente con el uso de corticoides particulados), hematomas epidurales o incluso rabdomiólisis (muy rara). Por otro lado, existe cierto grado de absorción sistémica del fármaco, con un efecto dosis dependiente, al igual que la duración, y que provocará sintomatología asociada típica, con supresión adrenal de una duración variable, entre 1 y 3 semanas8 (Figura 4).

Figura 4. Como en cualquier abordaje del espacio epidural,la realización de la técnica de forma estéril, con preparación quirúrgica de la zona, es neeecesaria para minimizar riesgos de contaminación.
Figura 4. Como en cualquier abordaje del espacio epidural,la realización de la técnica de forma estéril, con preparación quirúrgica de la zona, es neeecesaria para minimizar riesgos de contaminación.

Los estudios en veterinaria respecto a la eficacia son aún escasos, pero sí se evidencia una mejoría clara en la mayoría de los pacientes, con menos complicaciones y riesgos que el tratamiento quirúrgico y no siendo excluyente de este si no se consigue mejoría clínica. A diferencia de medicina humana, los fármacos más utilizados en los estudios publicados son particulados, principalmente el acetato de metilprednisolona.

Respecto a la incidencia de efectos adversos en nuestros pacientes, la mayoría de ellos se basan en el efecto sistémico del fármaco (polidipsia, poliuria y polifagia), no siendo una complicación grave ni duradera más allá de los primeros 4-7 días. Otros efectos que podemos encontrar son diarrea, incontinencia urinaria y en muy pocos casos (<2%) deterioro transitorio del cuadro clínico, posiblemente asociado de nuevo al efecto sistémico del fármaco6,11 (Tabla 3).

Tabla 3. Fármacos utilizados para la infiltración.
Acetato de metilprednisolona 0,5-1 mg/kg5
Acetato de triamcinoiona 0,15-0,5 mg/Kg12
Dexametasona 0,05-0,2 mg/kg13

Los resultados tras la infiltración suelen ser rápidos, con inicio de mejoría entre las primeras 24 horas y los 7 días. La duración del efecto presenta una gran variabilidad individual, desde semanas o meses a años, por lo que es necesario hacer un seguimiento clínico y pautar revisiones periódicas para reevaluar la eficacia de la técnica y necesidad de repetirla si fuese necesario. No existe un consenso respecto al protocolo de repetición ni siquiera en humana, se puede plantear infiltraciones repetidas a demanda clínica del paciente, intentando conservar un máximo de 4-6 infiltraciones anuales, o, por otro lado, se pueden plantear protocolos con tres infiltraciones repetidas con una separación aproximada de 15 días entre las primeras y realizando la tercera a las seis semanas aproximadamente6,14. La elección de uno u otro suele estar determinada por criterio del clínico, edad del paciente y gravedad del cuadro.

Conclusiones

El cuadro clínico de la estenosis lumbosacra asociada a procesos degenerativos es frecuente e insidioso, con un grave impacto en la calidad de vida del paciente. Un diagnóstico precoz ayuda a establecer protocolos conservadores de tratamiento eficaces, pero esto no siempre es posible, al presentar un cuadro clínico inicial relacionado únicamente con un dolor con alto componente neuropático, lo que hace difícil que el propietario lo detecte.

Así, cuando lo diagnosticamos de manera tardía, en algunos casos el tratamiento basado en analgésicos y antiinflamatorios suele quedarse corto, por lo que la opción de la infiltración de corticoides por vía epidural y/o foraminal, se puede presentar como una alternativa eficaz al tratamiento quirúrgico, no siendo limitante respecto a este en el caso de no resultar eficaz, con escasos efectos adversos y mínimas complicaciones realizando una técnica cuidadosa en la infiltración.

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Figura 3: Para asegurar el éxito de la técnica y minimizar el riesgo de complicaciones, es necesario confirmar la correcta localización de la aguja antes de la infiltración. En este caso, se realiza mediante la técnica de gota pendiente. .

Bibliografía

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  2. C.H. Vite and K.G. Braund. Braund's Clinical Neurology in Small Animals: Localization, Diagnosis and Treatment. (2010). Ed. International Veterinary Information Service.
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