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Casas multigato: claves para mantener la armonía en la convivencia

Introducción

Cada día hay más pacientes felinos en la clínica diaria y cada vez con más frecuencia se encuentran casas en las que conviven dos o más gatos.

Los tutores muchas veces toman la decisión de incorporar a un nuevo gato con la idea de que el gato residente se sienta más acompañado o bien por ayudar a otro gato a encontrar un hogar. Aunque con buena intención, no tienen en cuenta diferentes factores que pueden afectar tanto durante la propia introducción, como en la futura convivencia entre ambos animales.

Esta falta de información supondrá en muchos casos un pobre manejo de la situación y en algunos una merma importante en su bienestar, ya que se verán sometidos a un estrés constante. El estrés crónico les hará propensos al desarrollo de ciertas patologías, así como a la aparición de problemas de comportamiento.

Como ATVs, se tiene la responsabilidad de tratar de cambiar poco a poco esta situación con un buen asesoramiento a los tutores, velando así por el bienestar de los pacientes y asegurando la mejor convivencia posible entre gatos, siempre desde el respeto a la naturaleza de los animales.

Origen y evolución del gato doméstico. Organización social

Un punto fundamental para entender el comportamiento social de unos gatos con otros, así como por qué se debe seguir un protocolo de introducción y la importancia de las pautas que se darán para la buena convivencia entre ellos, es la evolución del gato doméstico. Se debe mirar hacia atrás y comprender de dónde vienen.

El gato doméstico (Felis catus) (Figura 1) proviene de un ancestro salvaje: el gato salvaje africano (Felis silvestris lybica) (Figura 2), un felino cazador de vida solitaria y muy territorial.

Figura 1. Gato doméstico (Felis catus). Fotografía cedida por tutora.Figura 1

Figura 1. Gato doméstico (Felis catus). Fotografía cedida por tutora.

Figura 2. Gato salvaje africano (Felis silvestris lybica). Pexels.
Figura 2. Gato salvaje africano (Felis silvestris lybica). Pexels.

La evolución desde este ancestro hasta nuestros gatos actuales comenzó cuando el ser humano comienza a asentarse en poblados hace unos 10.000 años.

Estos gatos comenzaron a aproximarse a los asentamientos para poder cazar pequeños roedores que se acercaban para alimentarse de la acumulación de grano de estos. Al servir de controladores de plagas, los humanos vieron la ventaja de mantenerlos cerca y les animaron a continuar a su alrededor, dejando a su disposición excedentes de comida. Surgió así una relación de beneficio mutuo, en la que los felinos que se atrevían a acercarse se alimentaban mejor y, por lo tanto, tenían mayores oportunidades de sobrevivir. Se cree que, de esta forma, el temperamento del gato se pudo ir haciendo más tolerante y flexible con el paso del tiempo, ya que este era un rasgo beneficioso para su supervivencia. De esta forma, los gatos pudieron comenzar a convivir en pequeños grupos, siempre en torno a una fuente abundante de comida y refugio.

Los grupos de gatos asilvestrados tienen una organización matrilineal: están compuestos de hembras emparentadas con su descendencia, que se ayudan y cooperan durante la cría. Los machos, una vez llegada la madurez, tenderán a dispersarse y buscar un nuevo grupo o llevar vidas solitarias, lo que es de utilidad para evitar la endogamia.

Dentro de estos grupos se observan comportamientos afiliativos entre sus miembros. Al parecer, el propósito de esto es estrechar los lazos entre ellos y entremezclar el olor de los diferentes miembros para crear un olor comunitario, un olor de grupo que perciben como familiar. Cualquier extraño que se acerque al grupo será, de entrada, rechazado. Pero estos grupos no son cerrados: un gato extraño puede llegar a ser aceptado dentro de un grupo social con el tiempo y con aproximaciones muy graduales.

El tamaño del grupo dependerá de la abundancia de recursos en la zona: si hay alimento y zonas de refugio suficientes para admitir más individuos sin que esto suponga competir por conseguirlos, el grupo podrá crecer.

Al tratarse de una evolución natural, sin que la mano del hombre haya intervenido con una selección de unos rasgos concretos a través de la cría selectiva, el gato doméstico es muy similar en la mayor parte de su comportamiento a su ancestro salvaje.

La mayor diferencia entre ellos radica en su capacidad para ser más flexibles y tolerantes con otros individuos de su especie. No obstante, el gato doméstico sigue sin necesitar ser social para su supervivencia: no necesita a otros individuos cerca, pero ha llegado a tener la capacidad de poder adaptarse a vivir acompañado. Se debe tener en cuenta que esta no será una opción para todos los gatos.

Además, se debe recordar que, en los gatos, la capacidad de reconciliación tras un conflicto es escasa. En la naturaleza tenderían a evitar la confrontación o, si se ha producido, a dispersarse. Al depender únicamente de sí mismos, un enfrentamiento con otro gato podría suponer una lesión que ponga en riesgo su supervivencia, por lo que la lucha será siempre el último recurso.

Podemos observar cómo en su comunicación hay estrategias para evitar encontrarse unos con otros a través del marcaje con olor, que les permite dejar un mensaje o recibirlo sin necesidad de encontrarse con otro individuo.

Esto es algo que debe estar muy presente a la hora de comenzar un protocolo de introducción, ya que explica por qué debemos hacerlo de una manera concreta.

Pensando en introducir otro gato en el hogar

Cuando se empieza a barajar la posibilidad de introducir un nuevo gato en una casa, hay diferentes factores que se deben tener en cuenta, ya que influirán en si esos gatos serán capaces de convivir bien en grupo o no.

Se debe valorar cómo es su temperamento (si son gatos sociables o asustadizos), en el que influye tanto la herencia genética del gato como sus experiencias en la etapa de socialización (que en gatos es un periodo muy corto, de las 2 a las 7-9 semanas de vida), las experiencias tempranas durante el primer año de vida, así como durante su periodo adulto.

Un gato que haya tenido experiencias positivas con otros gatos será capaz de adaptarse mejor a la presencia de un compañero que otro que no las haya tenido o cuyas experiencias hayan sido negativas.

También pueden influir la edad (un gato mayor puede ser menos tolerante con un gatito con demasiada energía y que haga demasiados intentos de jugar con él), si están esterilizados o no y el estado de salud general. El malestar o dolor crónico supone un estresor en sí mismo y puede hacer que estos gatos estén en un mayor estado de alerta, menos tolerantes y más reactivos a estímulos que quizá en otras condiciones no les supondrían tanto problema (Figura 3).

Figura 3. Gatito con gato joven después de la introducción. Fotografía cedida por tutor.
Figura 3. Gatito con gato joven después de la introducción. Fotografía cedida por tutor.

Otro punto importante es también el espacio disponible en el hogar. Se debe tener en cuenta el tamaño de la casa, ya que los recursos fundamentales se tendrán que multiplicar en una cantidad acorde al número de gatos. Al principio, esto será siempre igual al número de gatos + 1. Más adelante, si hubiese muy buena relación entre ellos, se podría volver a reducir el número de recursos según el número de grupos sociales + 1, pero la recomendación será mantener los máximos posibles. Además, muchas veces los tutores creen erróneamente que los gatos tienen una buena relación, cuando simplemente se toleran o se evitan. Los recursos, además, deben estar bien distribuidos en el territorio del gato. El propio espacio limitado de un piso o una casa no permite en ocasiones que los gatos puedan alejarse lo suficiente unos de otros y que lleven a cabo la estrategia que seguirían normalmente, que es la evitación (Figura 4).

Figura 4. Gatos convivientes descansando. Fotografía cedida por @gatunea_tu_vida
Figura 4. Gatos convivientes descansando. Fotografía cedida por @gatunea_tu_vida

Otro factor importante es el tiempo y la paciencia del que disponen los tutores para poder llevar a cabo correctamente la introducción. Tendrán que saber antes de comenzar lo que supondrá, los pasos que deberán seguir y que no tendrá una duración determinada, sino que los gatos irán indicando cuándo es el momento adecuado para avanzar. El proceso puede llevar días, semanas o meses, en los que deberán tener la casa dividida y a los gatos separados, dedicándoles tiempo tanto a las presentaciones en sí como a cada gato de forma individual. Además, durante algunas partes del protocolo puede ser de utilidad tener la ayuda de una segunda persona.

Es importante que entiendan también que pese a hacer un protocolo perfecto, es posible que algunos gatos no lleguen a aceptarse jamás. En este momento deberán decidir si pueden convivir con dos territorios separados permanentemente y las implicaciones que esto puede tener para los gatos. Otra opción sería la de reubicar a uno de ellos en caso de que no salga bien, ya que deberán tratar de poner por delante el bienestar del animal a sus propios deseos de tener más de un gato.

Pilares fundamentales para el bienestar felino

Las necesidades ambientales felinas están detalladas en las guías de la AAFP (American Association of Feline Practitioners) y la ISFM (International Society of Feline Medicine).

Se estructuran en torno a cinco pilares básicos que deben cumplirse en cualquier hogar felino para asegurar su bienestar, garantizar que puedan expresar sus conductas naturales y evitar conductas indeseadas para los tutores. Estos pilares son extremadamente importantes para evitar conflictos en casas multigato. También dan pautas de cómo se debe interactuar con ellos para conseguir que la relación sea óptima y reforzar por lo tanto el vínculo con el tutor.

Es importante procurar que

Los cinco pilares son:

  1. Proporcionar un lugar seguro: lugar donde el gato no será molestado, en el que pueda aislarse si no quiere contacto. Les dará sensación de privacidad y seguridad. Pueden ser cajas de cartón con doble abertura (permite tener siempre entrada y salida para que no puedan acorralarse mutuamente), el transportín si están habituados, plataformas y estanterías elevadas, etc. Se recomienda hacer uso tridimensional del espacio para aprovechar la altura (Figura 5,6 y 7). En casas multigato, tendrá que haber tantos sitios seguros como animales en lugares separados entre sí.
    Este punto es importante para ellos por su naturaleza de cazadores (aunque también presas por su pequeño tamaño) y su tendencia a evitar peligros que pongan en riesgo su supervivencia. Sus sentidos están enfocados en localizar olores, ruidos, objetos y presencias que puedan ser una amenaza. Si puede retirarse, recupera la sensación de control sobre su entorno.
  2. Proporcionar recursos ambientales clave en múltiples enclaves separados: los recursos ambientales clave serán comederos, bebederos, areneros, rascadores, juguetes y zonas de descanso, que deben estar disponibles en ubicaciones separadas entre sí. Dos comederos o dos areneros puestos uno al lado del otro, a ojos del gato contaría como uno solo, ya que puede suponer un problema para acceder a él en caso de que haya otro gato presente. Como se comentaba antes, debe haber igual número de recursos como gatos haya en el hogar +1. Comederos y bebederos deben estar separados entre sí y la bandeja de arena con máxima separación del resto de recursos y en zonas tranquilas y bien ventiladas. El número y reparto de recursos es fundamental, ya que eliminamos la posibilidad de competencia por ellos y ampliamos el territorio del gato, reduciendo así su estrés. Como se ha visto en el primer apartado, la abundancia de recursos es algo esencial para que pueda haber una buena convivencia en grupo.
  3. Proporcionar oportunidad para el comportamiento de juego y depredación: existe una gran variedad de juguetes en el mercado y la preferencia por unos u otros dependerá del individuo en concreto.
    Son muy recomendables los comederos interactivos y la búsqueda activa de comida o juguetes. Es también importante rotar los juguetes diariamente para que resulten más estimulantes y retirarlos si hay sospecha de que pueda ingerir alguna parte si no se están utilizando. Es importante no acostumbrarlos a usar nunca manos ni pies para jugar.
    En gatos geriátricos siempre será beneficioso estimular el juego, buscando alguna opción que se adapte a su condición en particular.
    Se deben establecer rutinas de juego diarias y en casas multigato, es recomendable hacer sesiones de juego con cada gato por separado, especialmente si sus preferencias o necesidades son muy diferentes. Se puede terminar la sesión de juego con un premio o comida que le guste mucho. El juego permite emular la conducta de caza, que en la naturaleza ocupa una buena parte del tiempo del gato, manteniéndolo activo tanto físicamente como a nivel mental. El no poder manifestar esta conducta de manera adecuada puede derivar en aburrimiento, frustración y elevación del nivel de estrés, conduciendo a la aparición de problemas asociados. Además, el aumento de la actividad física ayudará también en el control de peso, especialmente en gatos indoor.
  4. Proporcionar contacto humano, positivo, consistente y predecible. Se deberá esperar a que sea el gato el que busque comenzar la interacción y respetar cuando decide terminarla, así como sus preferencias individuales en cuanto al tipo y duración del contacto.
    Es importante aprender a leer el lenguaje corporal del gato, para detectar signos de incomodidad. Es vital no forzar nunca la interacción.
    En casas multigato, cada uno debe tener la opción de interactuar con el tutor de manera individual. Entender que cada gato tiene unas necesidades y preferencias individuales en cuanto a la interacción social, será clave para estrechar el vínculo con el tutor, evitando la escalada de estrés en el animal que pueda desembocar en alteraciones comportamentales, enfermedades e incluso agresiones.
  5. Proporcionar un ambiente respetuoso con el sentido del olfato: para el gato, el sentido del olfato tiene una enorme importancia a la hora de evaluar y reconocer su entorno y, por lo tanto, para sentirse seguro, con un importantísimo papel de las feromonas.
    Los gatos reconocen como familiar la mezcla de los olores de los individuos que comparten ese territorio, así como de los objetos inanimados que se encuentran en él. Por esto, se debe evitar utilizar productos que resulten demasiado agresivos para el gato y que camuflen su propio olor, así como limpiar sus marcas faciales, corporales y las depositadas con el rascado. Se deben proporcionar zonas adecuadas para este propósito.
    Es importante transmitir a los tutores que el marcaje con uñas es una conducta necesaria para el gato y que se puede tratar de redirigirlo a zonas adecuadas, pero no se puede eliminar. En casas multigato, es muy importante que cada gato pueda manifestar las conductas de marcaje con su olor.
Figuras 5. Ejemplos de cómo aprovechar el espacio tridimensional. Fotografía cedida por @gatunea_tu_vida
Figuras 5. Ejemplos de cómo aprovechar el espacio tridimensional. Fotografía cedida por @gatunea_tu_vida
Figuras 6. Ejemplos de cómo aprovechar el espacio tridimensional. Fotografía cedida por @gatunea_tu_vida
Figuras 6. Ejemplos de cómo aprovechar el espacio tridimensional. Fotografía cedida por @gatunea_tu_vida

Protocolo para la introducción de un nuevo gato

En general, resulta muy mala idea dejarlos juntos desde el principio con la idea de que se entiendan solos, ya que la reacción natural en un gato es rechazar a los desconocidos.

Ya que no tienen esa capacidad de otros animales sociales para reconciliarse, al estar forzados a convivir en un mismo espacio del que no pueden huir, puede llegar a haber agresiones. Esta situación provocará un gran malestar y estrés en los gatos, cosa que no se solucionará por sí sola, y la tensión entre ellos siempre tenderá a ir en aumento. En su caso, las primeras impresiones sí importan y el protocolo debe llevarse a cabo de forma muy gradual y sin forzar nunca el avance al siguiente paso si hay el mínimo signo de tensión.

Se hará de la siguiente manera:

  • El gato recién llegado debe tener una habitación o zona separada para él en la que tendrá todos los recursos fundamentales. Se deberá esperar a que tanto el nuevo gato como el residente estén totalmente relajados antes de avanzar al siguiente paso.

    Es muy aconsejable el uso de difusores de feromonas sintéticas durante todo el proceso para ayudarles a sentirse más confortables y seguros.

  • Intercambio de olores: una vez que los dos gatos se muestran relajados cada uno en su territorio y en el caso del nuevo gato, también con las personas que residan en la casa, se comenzará frotando un paño o toalla limpios en las mejillas y frente de cada uno de los gatos. Esto sirve para impregnar el paño o toalla con el olor de las feromonas faciales, dejándolo para que cada gato huela el paño del gato contrario, pero sin forzarlos nunca. Al cabo de un par de días, si no hay ninguna reacción negativa, podremos usar este trapo para frotar al gato con él y favorecer esa mezcla de olores, pero en caso contrario, debemos posponer este paso para más adelante.
    Se puede reforzar en positivo que huelan de forma calmada el olor del otro gato ofreciéndoles un premio cuando lo hagan. Puede ser comida, caricias o juego en función de sus preferencias, de forma que se vaya formando una asociación positiva con ese olor. Cuando se muestren totalmente cómodos con esta fase, se puede proceder al intercambio de territorios sin que los gatos se vean una o dos veces al día, para favorecer que los olores de ambos se entremezclen y que el nuevo gato pueda empezar a explorar el resto de la casa poco a poco.
  • Contacto visual con barrera física: Una vez que en el intercambio de territorios ambos gatos se muestren relajados, podremos pasar a la fase de contacto visual. Esto puede hacerse con una valla de separación o una puerta de malla, de forma que los gatos empiecen a verse y puedan olerse, pero sin llegar a tener acceso directo el uno al otro. Lo ideal es empezar manteniendo distancia para que se vean a lo lejos, al mismo tiempo que se les ofrece algo muy positivo para ellos (comida muy apetitosa, juego o caricias). Poco a poco, si no hay reacciones negativas, se podrá ir acortando dicha distancia. Podemos repetir esto 3-4 veces al día, y siempre una vez finalizado el ejercicio, los gatos deben volver a sus respectivos territorios. En esta fase es donde puede ser útil la ayuda de una segunda persona para que cada uno esté pendiente de las reacciones y lenguaje corporal de cada gato, así como para poder premiarle. (Figura 8)
  • Contacto sin barrera física con supervisión: Una vez superada la fase anterior, podemos empezar a juntar a los gatos, siempre bajo supervisión en todo momento y de forma paulatina, aumentando el tiempo gradualmente. Al igual que en la fase de contacto visual, haremos el mismo ejercicio con algo que sea muy agradable para el gato, pero manteniéndolos lo más alejados posible al principio. Si la reacción de ambos es buena y están relajados, podremos empezar a acortar distancia poco a poco.
  • A partir de este punto, los gatos podrían empezar a estar juntos, pero se deberán supervisar especialmente los primeros días para poder detectar cualquier problema entre ellos.
Figura 8. Contacto visual con separación física. Fotografía cedida por tutor.
Figura 8. Contacto visual con separación física. Fotografía cedida por tutor.


Como se puede ver, es muy importante que la presentación se haga muy poco a poco, cuando ambos gatos estén preparados y no tratar de apurarlos en ningún momento. Si aparece algún signo de tensión, es necesario parar y volver al paso anterior, ya que es muy importante que asocien la presencia del otro gato a algo positivo.

No todos los gatos tendrán las mismas preferencias ni todo les motivará de la misma manera. Aunque para algunos funciona muy bien el premiar con comida apetitosa, quizá haya gatos a los que esto no les motive tanto y prefieran un juguete que les guste mucho o incluso prefieran las caricias. Aquí entra en juego la individualidad de cada animal, que el tutor conocerá mejor que nadie. Por lo tanto, se cambiará la comida por el refuerzo positivo que se considere más adecuado para cada animal en cuestión

Indicadores de buena/mala relación entre los gatos convivientes

Algo que también es importante durante la convivencia de los gatos es estar pendiente a cómo se relacionan entre ellos en todo momento. Aunque lleguen a tolerarse, cualquier cambio en su ambiente, sea físico o social, puede suponer que el vínculo se debilite o se rompa, por lo que la monitorización constante entre ellos será necesaria. Además, cualquier cambio en el comportamiento de un gato puede ser indicador de que algo está pasando y debe ser consultado, ya que puede deberse a estrés, pero también al desarrollo de algunas patologías. Debido a que mostrar signos de enfermedad o debilidad les podría convertir en un blanco fácil, los gatos han evolucionado con la capacidad de disimular extremadamente bien, y puede ser complicado detectar dichos cambios.

Los signos que indican una buena relación entre ellos son las conductas afiliativas, como el acicalamiento mutuo (allogrooming), el frotarse uno con otro (allorubbing), el descansar en contacto directo (alloresting) (Figura 9), o jugar juntos o compartir juguetes en la misma sesión de juego.

Figura 9. Gatos descansando juntos. Fotografía cedida por tutora.
Figura 9. Gatos descansando juntos. Fotografía cedida por tutora.

Comer cerca, sin embargo, se suele malinterpretar como una señal de buena relación, cuando en realidad es algo que los gatos prefieren hacer en soledad. En muchos casos, dos gatos entre los que hay tensión pueden tolerar comer uno al lado del otro por el gran valor que tiene ese recurso para ellos, pero no será una experiencia agradable, o bien evitarán ir a comer si está el otro presente.

Otra cosa que es frecuente es que los tutores no sean capaces de reconocer signos de mala relación entre los gatos, ya que ellos lo asocian únicamente con bufidos o agresiones abiertas, cuando en realidad hay otros signos más sutiles que pueden estar presentes. Así, creen que se llevan bien porque no se pelean. Estos signos pueden ser la ausencia de conductas afiliativas, reducción o ausencia de juego o actividad, conflictos en torno a los recursos (p.ej. el desplazamiento de un gato a otro de una zona de descanso), el bloqueo pasivo (p.ej. mirar fijamente al otro gato), o el bloqueo activo impidiendo el acceso a dicho recurso. Se pueden observar también cambios en el lenguaje corporal cuando el otro gato aparece, y la reducción o evitación de la interacción con el tutor si está presente. Pueden aparecer actitudes de alerta (el gato no descansa, o “duerme” sentado) o puede pasar más tiempo escondido o aislado.

Conclusiones

Partiendo de que el gato no ha evolucionado con una cría selectiva, sino que lo ha hecho junto con nosotros hasta llegar a ser el gato doméstico que conocemos hoy en día, se explica todo su comportamiento en nuestros hogares.

Con toda esta información presente, se debe tener en cuenta que, cuando se introduce un nuevo gato en una casa en la que ya vive uno o más animales, se está creando un grupo artificial, donde no se les está dando la posibilidad de elegir. Saber un poco sobre su evolución y entender por qué se comportan de la manera en la que lo hacen, facilita la comprensión de estas pautas y la adhesión de los tutores para llevarlas a cabo de forma adecuada. Es por esto que la atención a que las necesidades de los gatos estén cubiertas, así como el correcto número y reparto de los recursos, serán algo clave para que la convivencia entre ellos pueda ser lo mejor posible. De esta forma se evitará la competencia y se reducirán las posibles tensiones y encuentros indeseados entre gatos.

Se debe recordar el importante papel que tienen los profesionales veterinarios en educar a los tutores y tratar de mejorar día a día el bienestar de los pacientes, así como intentar hacerlo de una forma respetuosa, cercana y accesible.

Bibliografía

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  6. Amat Grau M., Camps T, Le Brech S. Manual práctico de etología clínica en el gato. Sant Cugat Del Vallés (Barcelona-España) Multimédica Ediciones Veterinarias; 2017.
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