El papel del atv en la consulta oncológica
Resumen breve
La oncología es una especialidad que va ganando terreno en la consulta veterinaria de pequeños animales. Se define como la rama de la patología que se encarga del estudio de los tumores y de su tratamiento. Debido a eso, se nos ocurrió realizar una guía de oncología para los auxiliares de la clínica veterinaria, centrándonos en el punto de vista de dicho personal y con el objetivo de ayudarles en su trabajo diario.Índice de contenidos
Introducción
La oncología es una especialidad que va ganando terreno en la consulta veterinaria de pequeños animales. Se define como la rama de la patología que se encarga del estudio de los tumores y de su tratamiento. Debido a eso, se nos ocurrió realizar una guía de oncología para los auxiliares de la clínica veterinaria, centrándonos en el punto de vista de dicho personal y con el objetivo de ayudarles en su trabajo diario.
En esta especialidad, el papel del auxiliar veterinario es fundamental por situaciones relacionadas con:
- Diagnóstico
- Tratamiento
- Relación con los propietarios
El auxiliar en el diagnóstico oncológico
Los pacientes oncológicos requieren, para poder emitir un diagnóstico y plantear el tratamiento adecuado, la realización de un número importante de pruebas en las que el auxiliar es pieza indispensable. Estas pruebas se dividen en dos grupos: las necesarias para llegar a un diagnóstico, y las necesarias para conocer el estadio del paciente.
Para diagnosticar un tumor, tenemos que saber el nombre de dicho tumor. Para ello tenemos dos pruebas diagnósticas: citología y biopsia.
- La citología se basa en la recolección de una cantidad de células de la lesión por medio, habitualmente, de una aguja (Figura 1), su extensión en un portaobjetos, su tinción y posterior visualización al microscopio (Figura 2). Salvo en la parte final, la visualización, que debería ser una función del veterinario, en el resto de los procesos, el ATV suele ser un partícipe activo. Además, en el caso de que se remitan a un laboratorio externo, suele ser el auxiliar el que se encarga de realizarlo, preparando tanto la muestra, como la hoja de petición que hay que remitir.
Estas pruebas se dividen en dos grandes grupos: pruebas laboratoriales y pruebas de diagnóstico por imagen.
A todo paciente oncológico, hay que realizarle un análisis de sangre completo, con el fin, como hemos comentado anteriormente, de valorar si padece alguna otra enfermedad geriátrica que nos condicione la realización de pruebas que requieran, por ejemplo, sedaciones, la inoculación de medios de contraste, o la aplicación de tratamientos adecuados. También se realizan para monitorizar los efectos secundarios de la quimioterapia (Figura 4). Además, hay ocasiones en las que se realizan análisis de enfermedades infecciosas (leucemia felina, inmunodeficiencia felina, leishmaniosis, erlichosis…) o analíticas de orina para completar el estudio.
El otro grupo de pruebas diagnósticas son las denominadas diagnóstico por imagen. Las más habituales son las radiografías, que son indispensables para lesiones pulmonares, óseas y para la realización de los estudios cardiorrespiratorios en el preoperatorio (Figura 5). Otras pruebas de imagen de uso común son las ecografías, útiles para el diagnóstico de lesiones abdominales y como herramienta de ayuda en la toma de citologías o de biopsias.
Hay otras pruebas, como son el TC o la resonancia, que se utilizan en casos muy concretos dentro de la oncología en pequeños animales, debido a que suponen un desembolso importante y a que hay menos disponibilidad para muchas clínicas veterinarias. En caso de no tener estos condicionantes, son pruebas indispensables en muchas ocasiones para el diagnóstico en la consulta oncológica.
El auxiliar en el tratamiento oncológico
Las enfermedades oncológicas, como pasa en el resto de las especialidades, requieren de distintas modalidades terapéuticas. La particularidad de esta especialidad es que los propietarios de las mascotas tienen mucho miedo a que los tratamientos, como suele pasar en medicina humana, produzcan disminución de la calidad de vida del paciente. Por eso, lo primero que tenemos que reseñar es que, aunque son tratamientos con cierto grado de agresividad, la finalidad es aumentar y mantener la calidad de vida del paciente el mayor tiempo posible, por lo que están diseñados para minimizar los efectos secundarios. Esto es muy importante que lo entendamos y sepamos transmitírselo al propietario.
Los tratamientos oncológicos se engloban en tres tipos: radioterapia, cirugía y terapias médicas.
La radioterapia es una modalidad terapéutica cuya utilización en España está muy limitada debido a la escasez de centros que pueden aplicarla, lo que conlleva habitualmente, un problema logístico importante para los propietarios. Además, son terapias costosas, que muchos propietarios de mascotas, aunque quieran, no pueden asumir.
La cirugía oncológica es una modalidad terapéutica que podríamos dividirla en dos variantes:
- La cirugía oncológica que hace el veterinario generalista, como es el caso de tumores mamarios, tumores de piel, etc.… que no suelen ser cirugías complejas, pero que, aun así, éste ha de seguir una serie de criterios básicos en su realización, como es, por ejemplo, conseguir los márgenes quirúrgicos adecuados.
- La cirugía oncológica que realiza un veterinario especialista, como es el caso de cirugías de grandes masas o en localizaciones muy comprometidas.
Tanto en un caso como en el otro, el auxiliar debe de tener conocimientos de quirófano, con el fin de poder realizar un apoyo ideal al veterinario.
Los tratamientos médicos en oncología no son los más frecuentes, ya que en muchos tumores la opción quirúrgica es la mejor opción, pero si son los que, en principio, hay más responsabilidad por parte del auxiliar. En todas las especialidades se realizan tratamientos médicos, pero en oncología tienen dos particularidades:
- La primera deriva de que es frecuente que este tipo de tratamiento genere rechazo a los propietarios de los pacientes ya que es habitual que en los tratamientos oncológicos de humanos haya efectos secundarios y no quieren que eso lo pase su mascota. Tenemos que hacerles entender que tenemos todos el mismo objetivo y que en veterinaria no es habitual que eso pase.
- La segunda viene condicionada del manejo de los fármacos implicados en los tratamientos: aunque los protocolos están diseñados, como hemos comentado anteriormente, a minimizar los efectos secundarios, eso no significa que no haya que tomar precauciones en su manipulación y aplicación, ya que son fármacos biológicamente muy activos, con capacidad de ser mutagénicos, teratogénicos y cancerígenos. Hay una serie de normas y de dispositivos de uso para minimizar los riesgos de manipulación de estos fármacos (Figura 6).
El auxiliar en la relación con los propietarios
Ante cualquier enfermedad, se produce un vínculo entre los propietarios y el personal de la clínica. En oncología, ese vínculo suele ser mucho más estrecho ya que, como hemos comentado anteriormente, el propietario tiene mucho respeto, e incluso miedo, a estas patologías y a sus tratamientos, debido a que, en medicina humana, tienen un componente emocional muy importante ya que suelen hacer sufrir bastante al paciente.
Es frecuente que, además, el propietario tienda a ver en estos momentos, con más cercanía al auxiliar, llegando a pedir incluso su opinión de cara a decidir el tratamiento. Por descontado, hay que respetar y reafirmar lo que haya contado el veterinario y debemos ofrecer todo nuestro apoyo a los propietarios en estos momentos, intentando solucionar sus dudas y apoyándoles en la decisión que tomen.
Por todo esto y más, nos decidimos a crear esta guía, la cual espero que os guste y sea de vuestro provecho.