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Manejo en consulta y principales urgencias en aves

Resumen breve

Los animales exóticos, y en concreto las aves, han tenido gran popularidad como mascota en los últimos años debido a algunas características como su gran inteligencia, colorido y capacidad para reproducir sonidos e imitar palabras, lo que los han hecho muy llamativos para las personas. Comprenden gran variedad de especies, predominando la tenencia del orden Psitaciformes como agapornis, ninfas o loros de más tamaño como yacos o guacamayos, y en menor medida los Paseriformes como canarios o…

Introducción

Los animales exóticos, y en concreto las aves, han tenido gran popularidad como mascota en los últimos años debido a algunas características como su gran inteligencia, colorido y capacidad para reproducir sonidos e imitar palabras, lo que los han hecho muy llamativos para las personas.

Comprenden gran variedad de especies, predominando la tenencia del orden Psitaciformes como agapornis, ninfas o loros de más tamaño como yacos o guacamayos, y en menor medida los Paseriformes como canarios o diamantes.

Como en la salud de cualquier animal, son muy importante sus cuidados en los hogares; desde la dieta, específica para cada especie y para cada individuo, así como su alojamiento y actividades físicas, sociales y mentales para ayudarles a desarrollar conductas que realizarían en vida libre. Es por ello imprescindible, conocer el ambiente de la especie en estado salvaje para llevar un manejo lo más correcto posible.

Las aves son una de las especies exóticas más sensibles. Cuentan con un metabolismo muy rápido, por lo que en ocasiones si no se actúa a tiempo frente a alguna patología, puede que sea demasiado tarde y su estado de salud empeore en cuestión de horas.

Los ATV deben conocer las principales urgencias que se puedan presentar, para poder informar a los propietarios y así, poder tomar las medidas adecuadas frente a cada situación.
En este artículo, se explicarán los signos de enfermedad, qué preparar para la llegada del paciente a la clínica y las urgencias más comunes en estos animales.

Signos de enfermedad

Como cualquier animal presa, las aves enmascaran sus síntomas; es una conducta natural para que los depredadores no perciban signos de debilidad. Esto hace más difícil la detección de posibles patologías en su cautividad.

En ocasiones el problema se podrá ver a simple vista; diarreas, heces con sangre, vómitos, fracturas, sangrados, quemaduras. Pero en la mayoría de los casos, los síntomas son bastante inespecíficos, lo que complica identificar la causa del problema:

  • Apatía y letargo.
  • Plumas erizadas.
  • Cabeza introducida dentro del plumaje en la zona dorsal.
  • Hiporexia o anorexia.
  • Postración en el fondo de la jaula.

Patologías como disnea, sangrados activos, quemaduras de buche, ataxia u anorexia deben verse lo antes posible. En casos menos urgentes como vómitos, diarreas, letargia e hiporexia pueden esperar no más de 24 horas.

Triage telefónico, traslado a la clínica y recepción del ave

El triage telefónico es el proceso más importante de todos. Dará información acerca del estado del animal para poder tener todo listo antes de su llegada, por lo que cuanto más se sepa del caso, mejor y más rápido se podrá actuar.

“¿Qué le pasa?” “¿Desde hace cuánto tiempo está así?” “¿Edad, sexo y especie?” Son las preguntas más básicas que se deben realizar para recabar la mayor información posible.
Se deberá advertir al propietario de la gravedad del caso en cada situación para que pueda acudir a la clínica lo antes posible.

El traslado hasta las instalaciones, a ser posible, se deberá realizar en su jaula sin previa limpieza. Si no, se puede hacer uso de un transportín rígido (más resistente frente a los golpes) con una percha, una base antideslizante y tapado para evitar estímulos externos que puedan poner nerviosa al ave.

Dependiendo del caso, se podrá proponer que traigan muestra o foto de la comida, de la instalación con sus accesorios y muestra de heces.

En aves emboladas o que hayan perdido sangre, se recomendará colocar una fuente de calor como una botella de agua envuelta o un saco de semillas (tener en cuenta antes condiciones ambientales para no generar hipertermia).

Una vez llegue el ave a la clínica, siempre y cuando esté estable, se ubicará en un ambiente tranquilo, sin ruidos ni corrientes de aire.

Dependiendo de la gravedad de la situación, lo primero que se hará será estabilizar al paciente. En ocasiones, será suficiente con poner una fuente de calor activo y oxigenoterapia. Con esto, muchas aves mejoran a los pocos minutos. Nunca se debe manipular un ave en estado crítico de primeras, pues podría ser fatal (Figura 1).

Figura 1. Loro gris africano con oxigenoterapia, calor activo y fluidoterapia por vía intraósea.
Figura 1. Loro gris africano con oxigenoterapia, calor activo y fluidoterapia por vía intraósea.

Si el paciente está muy grave, se colocará una vía endovenosa de un calibre pequeño (normalmente, 26-27G).

La vía de elección será la vena metatarsiana medial. Se debe higienizar la zona y realizar compresión para que la vena se ingurgite y poder canalizarla.

Otra opción sería la vena cubital, pero hay que tener en cuenta que se producen hematomas con bastante facilidad. En el caso de aves muy pequeñas, se colocará una vía intraósea en cúbito distal o tibia proximal.

Para evitar que se formen coágulos en la vía, se puede heparinizar con heparina litio diluida con suero. Basta con coger un poco de heparina en una jeringuilla, llevar el émbolo hasta atrás y retirar todo de nuevo, quedarán pequeñas partículas en el cono de la jeringuilla que será suficiente para heparinizar el catéter.

Cuando se haya estabilizado al paciente, se podrá proceder a explorarlos, pesar y en caso necesario, realizar pruebas complementarias.

Exploración y pruebas complementarias

En primer paso se observará la conducta del ave para poder valorar y obtener más información antes de sacarla del recinto.

Para la toma de datos de constantes vitales y peso (Tabla 1 y 2) se necesitará un fonendoscopio pediátrico y una gramera o una báscula de neonatos para aves grandes, junto con un recipiente adecuado al tamaño del ave para evitar fugas.

Tabla 1. Pesos de diferentes especies.
Diamante 12-20 gr
Canario 20-30 gr
Jilguero 15-25 gr
Periquito 30-50 gr
Agapornis 38-55 gr
Ninfa 80-102 gr
Cotorras 90-230 gr
Loro gris africano 350-500 gr
Amazonas 240-700 gr
Cacatúa 700-1.000 gr
Guacamayo 900-1.500 gr
Tabla 2. Constantes vitales.
Temperatura Frecuencia cardíaca Frecuencia respiratoria
40ºC-42ºC 150-300 lpm 40-100 rpm

Si se necesita explorar la cavidad oral, se usará un abrebocas para mantener el pico abierto en lo que se revisa al animal. Puede ser de utilidad emplear hisopos para observar zonas tapadas por plumas, como los oídos.

Hay aves dóciles que con la ayuda del propietario se dejan manipular y explorar sin problema. Si esto no es posible, para la contención del animal, en el caso de aves pequeñas puede realizarse con una mano, colocando el pulgar en la parte inferior del pico con cuidado de no comprometer la tráquea. Esto dejará margen para poder manipular al ave con la otra mano.

En aves de mayor tamaño, por el contrario, será necesario envolverla en alguna tela como una toalla o manta para poder sostenerla, e igualmente, se le sujetará la cabeza con una mano y con la otra el resto del cuerpo de forma firme, pero sin apretar.

Antes de intentar manipularla, se pueden apagar las luces de la consulta, lo que dará al especialista unos segundos para poder coger al ave sin problemas. Esto se debe a que se adaptan mal a los cambios lumínicos repentinos.

En este tipo de animales, las pruebas complementarias más comunes y que más información darán son analíticas y radiografías.

Las zonas de extracción de sangre varían un poco de unas especies a otras, pero la vena de elección será la yugular derecha (más desarrollada que la izquierda). Se podrá usar igualmente la yugular izquierda, además de la metatarsiana medial (Figura 2) y la cubital.

Figura 2. Sujeción y extracción de sangre de la vena metatarsiana en Amazonas.
Figura 2. Sujeción y extracción de sangre de la vena metatarsiana en Amazonas.

Tras la extracción de sangre en aves pequeñas o enfermas, se aconseja administrar un bolo de suero subcutáneo estimado al 1.5% de deshidratación tras la extracción, esto es; gramos del animal x 0.015 = mililitros de suero a administrar.

Como norma general, se puede extraer de forma segura en aves sanas el 1% del peso en gramos expresado en mililitros (Tabla 3). Habrá que tener en cuenta posibles pérdidas de sangre a consecuencia del hematoma que se pueda formar tras la extracción, por lo que no es aconsejable llegar al límite de mililitros.

Tabla 3. Relación de peso corporal junto con volumen total de sangre frente a volumen seguro de extracción.
Peso corporal (gramos) Volumen seguro extracción (1%) Volumen total sangre (6%)
25 gramos 0.25 mL 1.5mL
50 gramos 0.5 mL 3 mL
100 gramos 1 mL 6mL
200 gramos 2mL 12mL
300 gramos 3 mL 18mL
400 gramos 4 mL 24 mL
500 gramos 5 mL 30 mL
600 gramos 6 mL 36 mL
700 gramos 7 mL 42 mL
800 gramos 8 mL 48 mL
900 gramos 9 mL 54 mL
1.000 gramos 10 mL 60 mL

En cuanto a las radiografías habrá que centrarse en la parte que más información dará de la patología que presenta, aunque por el tamaño muchas veces, se podrá hacer una radiografía completa del animal y en ocasiones se apreciarán evidencias que pasan inadvertidas.

Se harán dos posiciones como mínimo; ventrodorsal y lateral. Es muy importante realizar varias posiciones, ya que por ejemplo en fracturas a veces no se aprecia en una proyección y puede pasar desapercibida, mientras que en otra posición se ve claramente.

Existen pruebas mucho más sencillas, pero no por ello menos significativas, como exámenes coprológicos o citologías de piel o buche.

En algunas ocasiones puede ser necesario la sedación gaseosa del animal para realizar ciertas pruebas. El veterinario tendrá que valorar posibles riesgos anestésicos además de la salud que presente el ave en ese momento antes de proceder.

Principales urgencias

La mayoría de las patologías que presentan los animales exóticos que acuden a consulta, se deben errores de manejo en los hogares. No obstante, pueden sufrir enfermedades de origen bacteriano, vírico, etc.

Disnea

Se caracteriza por respiración agitada acompañado de balanceo de la cola, glotis dilatada, pico abierto y ruidos respiratorios. Sus causas van desde traumatismos hasta cuerpos extraños, infecciones víricas, bacterianas o fúngicas.

También un causante de este problema es el teflón de los utensilios de cocina, que, al entrar en contacto con el calor, elimina las toxinas al aire. Este gas es bastante nocivo para las aves y es un peligro desconocido en muchos hogares.

Ante una situación así, habrá que proporcionar al ave oxígeno activo como primera opción y lograr una vía aérea permeable.

Si se agrava la disnea, puede ser necesario intubar o incluso realizar una canulación del saco aéreo torácico caudal o abdominal como alternativa a la intubación endotraqueal.

En estos casos, una radiografía puede dar bastante información.

Hemorragia

Es una pérdida de sangre por rotura de vasos sanguíneos, principalmente causada por traumatismos. Puede deberse también a coagulopatías, problemas del tracto reproductor, intoxicaciones ...etc.

Si es una hemorragia activa, habrá que controlarla y detectar el origen. Un microhematocrito dará información acerca del volumen de sangre que se haya podido perder para restablecerlo mediante fluidos. Las vitaminas del grupo B ayudarán a la formación de hematíes para regenerar la posible anemia.

Quemaduras de buche

(Figura 3) Se da sobre todo en loros papilleros al administrarle papillas demasiado calientes. Se puede observar primeramente una parte enrojecida o necrótica y pérdida del alimento por una fistula. También puede deberse a traumatismos provocados por la sonda de alimentación.

Su tratamiento comprende antibióticos y antifúngicos para evitar infecciones, y en algunos casos será necesaria la cirugía.

Figura 3. Quemadura de buche en agapornis papillero.
Figura 3. Quemadura de buche en agapornis papillero.

Enfermedad de dilatación del proventrículo

Es la zona más craneal del estómago. Se trata de la interrupción de la motilidad. Su causa más frecuente es la vírica. La presentación es anorexia, letargo, vómitos, heces con alimento sin digerir.

Las radiografías ayudarán al diagnóstico y el tratamiento en estos casos será de soporte.

Distocia

Los propietarios suelen darse cuenta por un abultamiento en el celoma con esfuerzos de oviposición y posibles heces con sangre. Frecuente en hembras primerizas o en hembras con puesta crónica, con nutrición deficiente (falta de calcio), huevos muy grandes o irregulares. Las radiografías darán mucha información acerca del tamaño del huevo, posibles adherencias y posición del mismo (Figura 4).

El tratamiento supondrá una fuente de calor, fluidos, así como calcio, oxitocina y prostaglandina si pudiera expulsarlo de forma normal. En caso contrario, la solución sería quirúrgica.

Para cortar el celo en las aves, puede usarse el implante de deslorelina y acetato de leuprorelina intramuscular. Ocasionalmente se procederá a la esterilización quirúrgica.

Figura 4. Agapornis roseicollis hembra con puesta crónica.
Figura 4. Agapornis roseicollis hembra con puesta crónica.

Intoxicación por metales pesados

Es una de las patologías más comunes. Se produce cuando las aves ingieren pequeñas partículas de metales procedentes de objetos que picotean. Los más habituales son plomo (pinturas, barniz, juguetes), cinc (procedente de mallas metálicas de las mismas jaulas) y hierro (en juguetes como los aros y comederos). Se da sobre todo en aves que viven en semilibertad.

Su sintomatología es bastante inespecífica; letargia, hiporexia, diarreas o heces con sangre, vómitos. En radiografías se apreciará como pequeños fragmentos de gran radiodensidad (Figura 5)

El tratamiento es a base de agentes quelantes y laxantes además de fluidoterapia y tratamiento sintomático.

Figura 5. Agapornis roseicollis con intoxicación por metales pesados.
Figura 5. Agapornis roseicollis con intoxicación por metales pesados.

Mantenimiento de aves en la hospitalización

Muchas veces será necesario que el paciente se quede mínimo unas horas bajo observación.

El lugar de hospitalización debe ser un lugar tranquilo, alejado de depredadores, de ruidos y de olores fuertes, así como de corrientes de aire y aires acondicionados.

Se usarán jaulas o cubículos hechos de material inoxidable y contará con una percha no muy alta para que el ave pueda subirse y sentirse más segura. Se proporcionará también una fuente de calor activo (las incubadoras también son buena opción y más fáciles para mantener una temperatura estable), además de comida y agua en caso de necesitarlo.

Es importante que en el tiempo que esté el ave en la clínica, se monitorice a cada rato.

Los datos más básicos como producción de heces, vómitos o ingestión, pueden recogerse en una hoja de hospitalización, así como parámetros más específicos como la temperatura.

Algunos pacientes necesitarán medicación y en ocasiones alimentación forzada.

Las vías de administración de fármacos pueden ser diversas; vía oral (VO), subcutánea (SC), intravenoso (IV). Para la administración de fármacos de manera intramuscular (IM), se inyectarán en la pechuga, a unos 50-100 milímetros por encima de la terminación de la quilla y a 50-100 milímetros aproximadamente a ambos lados de la misma.

Los fluidos que se pongan de forma subcutánea, al ser volúmenes relativamente grandes, se administrará bien en la cara interna de las extremidades posteriores o bien en las alas, en el patagio, que es la piel que se extiende entre el húmero y el carpo en la parte craneal del interior de la extremidad. Al trabajar con pacientes de tamaño reducido, muchas veces las dosis de fármacos a administrar son muy pequeñas. En estos casos, las agujas de insulina son una buena opción, pues la aguja es de un calibre pequeño y la capacidad de la jeringuilla es reducida (entre 0.3 y 0.5mL), por lo que las cantidades pequeñas vienen bien detalladas en el cono de la misma.

En otras ocasiones se deberá realizar una dilución del fármaco.

Para la administración de papilla, se puede usar fórmulas como papillas de alimentación normales o específicas para cuidados críticos como las formuladas para animales con una condición corporal baja o en recuperación. Para prepararla, basta con atemperar un poco de agua e ir añadiendo poco a poco dicha papilla hasta conseguir una consistencia algo espesa, sin serlo mucho, lo suficiente para que pase sin problema por la sonda. Se cogerá una jeringuilla de la medida que se necesite en función del tamaño del ave y una sonda de un tamaño igualmente adecuado. Para realizar un correcto sondaje, se debe abrir el pico e introducir la sonda desde el lado izquierdo del animal hacia el lado derecho. Una vez dentro, se podrá palpar en el buche la sonda y se administrará de forma segura la papilla. Es muy importante probar la temperatura de la papilla antes de darla; esta debe estar sobre los 38ºC.

Las aves, sobre todo las psitácidas, son muy hábiles y cuando se encuentren más activas, intentarán quitarse la vía o picar el sistema de fluidos o incluso enrollarse en él. Para evitar estos problemas, tanto la vía como el sistema de fluidos deberá estar bien sujeto con esparadrapo, y se puede hacer uso de vendas cohesivas que se enrollarán desde la vía hasta mitad del sistema de fluidos por si lo pican. Se puede colocar encima de la venda, además, más esparadrapo para hacerlo más resistente.

Por eso es muy importante además de su monitorización, mantenerlas vigiladas cada poco tiempo.

Conclusión

Como se ha mencionado con anterioridad, la mayoría de las visitas a la clínica se debe a errores de manejo en los hogares.

Es deber de los especialistas (veterinarios y auxiliares) informar a los propietarios, además de los cuidados básicos y medicina preventiva, de la forma correcta de actuar para evitar complicaciones o para actuar frente a ellas, aconsejando en todo momento que hacer y cómo proceder en cada caso.

Bibliografía

  1. James W.Carpenter; Exotic Animal Formulary, 5ª edición, Diciembre 17,2016.
  2. Jordi Jiménez, Roger Domingo, Lorenzo Crosta, Albert Martínez-Silvestre; Manual Clínico de Animales Exóticos, Multimédica Ediciones Veterinarias, Barcelona.

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