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Enfermedades infecciosas en perros

Resumen breve

Las enfermedades infecciosas son el producto de la acción patógena de un agente microbiano sobre el organismo. Normalmente cumplen dos requisitos:Suelen ser agentes patógenos.Suelen ser altamente contagiosas. 

Resumen

Las enfermedades infecciosas son el producto de la acción patógena de un agente microbiano sobre el organismo. Normalmente cumplen dos requisitos:

  1. Suelen ser agentes patógenos.
  2. Suelen ser altamente contagiosas.

Dentro de la clasificación de enfermedad infecciosa hay una denominación paralela según el estado en el que se encuentra la enfermedad:

  • enfermedad infecciosa emergente, que indica que, por motivos de mutación del agente causal, cambios en el ambiente o en el hospedador, alcanza un crecimiento en el número de casos, o en su gravedad, a la hora de la presentación de los síntomas.
  • enfermedad exótica, es la que no existe en un determinado territorio ni país.
  • enfermedad transfronteriza, es aquella con alta transmisibilidad con alto grado de propagación sin respetar fronteras nacionales. Estas enfermedades presentan un peligro para los países colindantes y deben estar consideradas en la lista única de enfermedades de notificación obligatoria para animales terrestres y acuáticos.

Los agentes infecciosos se pueden clasificar en:

  • Fúngicos.
  • Bacterianos.
  • Víricos.
  • Parasitarios.

Al ser tan extensa cada una de las clasificaciones, este artículo se centrará en las enfermedades infecciosas víricas más comunes.

Introducción

En la Tabla 1 se enumeran las principales enfermedades víricas en perros.

Tabla 1. Principales enfermedades infecciosas provocadas por virus.
Sistema afectado
Enfermedades
Sistema respiratorio Adenovirus Tipo 2
Parainfluenza
Influenza
Reovirus
Gastrointestinal Calicivirus
Coronavirus
Parvovirus
Rotavirus
Astrovirus
Sistema nervioso Pseudorabia
Rabia
Fiebre de Wesselsbron
Encefalitis
Moquillo
Sistema cutáneo Papilomatosis
Poxvirus
Multisistemas Distemper (Moquillo)
Herpesvirus
Hepatitis infecciosa canina

Parainfluenza o traqueobronquitis canina

La parainfluenza es una enfermedad muy contagiosa de vías respiratorias altas, que puede afectar a perros en diferentes edades de forma individual o cuando viven en comunas (con poca ventilación y déficit de higiene), en algunos casos, de forma más severa y siendo más difícil de solucionar.

Agente causante

La patología está causada por una bacteria llamada Bordetella bronchiseptica (Bb), la cual tiene gran avidez por el epitelio respiratorio. Puede estar iniciada o complicada por los virus de la parainfluenza (PIC) y adenovirus tipo 2 (AVC-2) entre otros. El cuadro inicial puede verse empeorado por el Mycoplasma spp. (cynos) que alarga la patología en el tiempo.

De hecho, la Bb es un habitante frecuente en la tráquea de los animales sanos, pero con la asociación a la PIC y algún patógeno más es cuando puede generar una traqueobronquitis severa.

Periodo de incubación

El periodo de incubación de la parainfluenza canina está entre los 2 y 5 días, aunque en la mayoría de los casos se produce en los 2-3 días.

Síntomas

Los síntomas más frecuentes que presentan los pacientes son problemas respiratorios leves, inicialmente fiebre leve, y una tos persistente que se asemeja al sonido de las focas. La tos suele ser seca o húmeda pudiendo durar hasta 3-4 semanas con tratamiento.

En ocasiones hay descarga nasal purulenta que se resuelve con antibióticos ya que pueden estar asociadas a infecciones secundarias bacterianas. Letargo, y anorexia también son comunes en el proceso.

En una fase más grave, los síntomas que se presentan son fiebre alta, aumento de frecuencia respiratoria y síntomas de neumonía y bronconeumonía.

Puede darse la muerte en fases muy agresivas por hemorragias del tracto respiratorio.

Pruebas diagnósticas

La parainfluenza se puede detectar mediante serología y ensayos de reacciones químicas.

Contagio

El contagio entre individuos es mediante secreciones nasales y por vía aérea (toses, lagrimeos, etc.).

Tratamiento

El tratamiento consiste en una cubierta de antibióticos como la amoxicilina/clavulánico, enrofloxacina, trimetropim-sulfa y tetraciclinas.

El antibiótico de primera elección es la doxiciclina a razón de 5 mg/kg cada 12 horas y no suele ser necesario prolongarlo más de 7 días.

Otro antibiótico de elección es la azitromicina a dosis de 10 mg/kg durante 7 días, junto con codeína (dosis antitusiva) y reposo moderado.

En casos severos la rehidratación ayudará a fluidificar las secreciones y mejorar la ventilación. Es de gran ayuda pautar nebulizaciones cada 6-8 horas durante la hospitalización del animal.

Prevención

La mejor prevención para un animal sano es no exponerlo, si es cachorro aún más, y seguir las pautas de vacunación específicas.

En casos de poblaciones, las estrictas reglas de higiene y la vacunación específica es lo que puede combatir el contagio.

Parvovirus

El parvo es una enfermedad altamente contagiosa (aproximadamente del 85%), de distribución mundial, es decir, de carácter pandémico.

Agente

El agente que lo provoca es el Parvoviridae. Actualmente hay reconocidos dos tipos de parvovirus antigénicamente diferentes:

  • El apatógeno, llamado MCV o parvovirus canino tipo I.
  • El patógeno, o parvovirus canino tipo II, que es altamente resistente.

El virus del parvo es altamente resistente y al ser diverso en sus dos versiones le permite esparcirse más rápidamente. El virus puede vivir fuera del animal varios meses.

Periodo de incubación

El periodo de incubación es de 3 a 4 días. Y es altamente resistente a desinfectantes, antisépticos y el calor.

Síntomas

El parvovirus tiene dos presentaciones. La forma miocárdica y la forma entérica.

Forma miocárdica

Afecta a pacientes menores de 8 semanas de edad provocando insuficiencia cardiaca aguda y muerte súbita. En ocasiones puede darse en animales adultos que han superado una miocarditis por parvovirus y que luego degenera en un fallo cardiaco alrededor de los 4-5 años de edad o incluso más tarde.

En cachorros el diagnóstico posterior es mediante electrocardiograma (sin haber presentado aún signos entéricos) y es posible encontrarlos muertos.

Forma entérica

La edad de presentación está entre el destete y los 4 meses de edad. En ocasiones se presenta en animales adultos sin vacunar o con pautas de vacunación incorrectas.

Se presenta con cuadros de diarreas hemorrágicas, vómitos y deshidratación asociada. La fiebre es frecuente también, en esos casos, junto con shock hipovolémico y/o séptico.

En los casos en que hay diarreas, es más frecuente la recuperación del paciente que en los que no.

La muerte se asocia a procesos de alto grado de deshidratación.

Contagio

El agente realiza su entrada por vía oronasal.

La transmisión se produce mediante el contacto con material contaminado con heces infectadas. Entra por esta vía y se replica en las tonsilas y en el tejido linfático. Se distribuye por vía sanguínea y puede aparecer en las placas de Peyer del intestino a los 3 días provocando las diarreas y enteritis características. En ocasiones, según la gravedad migran a pulmón y corazón y aparecen entonces alteraciones cardiacas. Si alcanza la médula el sistema inmunológico puede verse afectado.

La eliminación del virus es mediante heces líquidas.

La infestación por parásitos intestinales, el hacinamiento y las enfermedades concurrentes junto con un mal estado general, son factores predisponentes al desarrollo de la enfermedad.

Pruebas diagnósticas

El diagnóstico se consigue mediante la realización de un snap rápido, que detecta el antígeno, éstos poseen una buena sensibilidad y especificidad, además de que no producen reacciones cruzadas con la vacunación.

Para chequear el estado orgánico del paciente se recomienda hacer un hemograma y una bioquímica.

Tratamiento

El tratamiento consiste en mantener una buena hidratación del paciente y evitar la aparición de infecciones bacterianas secundarias.

Lo primero es administrar fluidoterapia agresiva para reponer las pérdidas en las primeras 1-2 horas con cristaloides isotónicos (Ringer-Lactato combinado con coloides o dextrano en bolos [5 ml/kg]) y en casos severos transfusiones de sangre completa y plasma. Cuando se ha repuesto el déficit la fluidoterapia, se pasa a un volumen de mantenimiento, para reponer las pérdidas anormales por los vómitos y las diarreas. El control del potasio, cloro y sodio y su reposición es importante en el proceso.

Como tratamiento de los síntomas digestivos se deben administrar antieméticos de acción central y periférica, analgésicos, protectores gástricos y antibióticos.

Los fármacos de elección son:

  • Metroclopramida (1 mg/kg/24h), controlando que no se produzcan intususcepciones.
  • Maropitant.
  • Clorpromacina (0,2-0,5 mg /6-8h), solo en pacientes que no presenten deshidratación ya que pueden producir hipotensión debido a su efecto vasodilatador periférico.
  • Ondansetron (0,1 mg/kg/12h). Conveniente su uso por su efecto antiemético y no presenta ninguna desventaja así que es un buen fármaco en estos pacientes.
  • Ranitidina, para evitar el daño en la mucosa debido a la secreción ácida.
  • Amoxicilina clavulánico o cefalosporinas como la amikacina, combinadas con el metronidazol para cubrir anaerobios.
  • Infusiones continuas de lidocaína que ayudan a combatir el dolor visceral.
Figura 1. Manejo de paciente con parvovirus visto desde las cámaras de control de sala de hospitalización central.
Figura 1. Manejo de paciente con parvovirus visto desde las cámaras de control de sala de hospitalización central.

Prevención

La vacunación es el método de prevención utilizado. Se recomienda en cachorros que reciben calostro, iniciar la pauta vacunal a las 8 semanas de vida, ya que la inmunidad maternal puede influir en la vacunación. En caso de cachorros que no han recibido calostro se puede iniciar la vacunación antes, a las 6 semanas de vida).

Es importante que finalicen la última dosis a las 16 semanas de vida. Además de recordar la importancia de la revacunación anual, ya que hay casos descritos de pacientes con parvovirosis hasta los 2 años de vida. De ahí la importancia de evitar el contacto de pacientes que sobreviven al virus, con pacientes en edad crítica.

Tras una hospitalización con animales con parvovirus, la única forma de desactivar el virus es con lejía, con lo que se recomienda limpiar bien todo el área y repetir justo antes de volver a utilizar la jaula (Figura 1).

Rabia

La rabia es la enfermedad zoonótica más antigua que se conoce. Actualmente se encuentra erradicada en nuestro país.

Agente

El agente que provoca la rabia es un Rabdovirus. El virus tiene atracción por el sistema nervioso y es endofílico, es decir, que es atraído a lo interno y si sale del individuo se muere. El virus se desactiva con métodos químicos.

Síntomas

Los síntomas de la rabia afectan principalmente al sistema nervioso central.

La enfermedad evoluciona desde el día 2 al 10 de la infección. Las fases que se aprecian son:

  • Estado melancólico con periodos de miedo y ansiedad.
  • Estado furioso, cursando con agresividad, aullidos e inquietud.
  • Estado paralítico, que es la fase letal donde se paraliza la actividad muscular, los órganos, desaparece la actividad deglutora y aparecen las vocalizaciones anormales. Aumenta la salivación y se produce la muerte por parada respiratoria y encefalomielitis.

Periodo de incubación

El periodo de incubación va desde semanas hasta 6 meses, dependiendo de la cepa vírica, la especie y el individuo. Los síntomas pueden aparecer semanas tras la infección, pero en el momento que aparecen, son mortales para el paciente.

Contagio

La infección se produce mediante inoculación de saliva o por inhalación de cantidades importantes de heces de murciélagos en cuevas. Se ha observado la excreción de partículas virales hasta unos 13 días antes de que sea sintomático y continúa durante este periodo hasta la muerte del animal. De ahí que se observe al individuo hasta los 14 días (período máximo de riesgo de excreción salival) en caso de que haya habido un ataque o agresión.

Los reservorios son:

  • Los quirópteros (murciélagos). Producen la rabia salvaje.
  • Cánidos salvajes.
  • Roedores. Producen la rabia urbana.
  • Zorros, son los principales reservorios en Europa.

Pruebas diagnósticas

La rabia se diagnostica mediante la prueba de tinción directa de anticuerpos fluorescentes (DFA) en la que se buscan los antígenos virales en el tejido cerebral. La resolución por parte del laboratorio en pocas horas es fundamental.

Tratamiento

La rabia no tiene ningún tratamiento, por lo que se recomienda que se lleven a cabo las medidas de prevención adecuadas.

Prevención

Seguir el calendario de vacunación del perro correctamente ayuda a la prevención de la enfermedad. Generalmente se aplica la primera dosis alrededor de las 16 semanas y de forma anual o bianual dependiendo de la comunidad.

Moquillo

El moquillo es una enfermedad que afecta a diversas especies de animales y causa signos clínicos que varían según la respuesta del paciente contagiado.

Agente

El virus causante de la enfermedad pertenece al género Moribullivirus y la familia es la Paramyxoviridae. El virus se une a las células de huésped, proteínas de matriz, y otras que facilitan la penetración en la célula huésped.

Animales reservorios son el coyote, el dingo, lobos, zorros, mustélidos, mapaches, osos, mangostas y grandes felinos. Pueden verse también infecciones en delfines y focas.

El virus tiene características especiales como la fotosensibilidad a la luz ultravioleta, al calor y a la sequedad. Es muy resistente en periodos de frío y puede durar semanas a temperaturas de entre 0ºC y 4ºC.

La lejía o cualquier desinfectante que contenga este producto sirve para desactivar el virus.

Síntomas

Con la entrada del virus al organismo, infecta los epitelios de los tejidos y se replica en los macrófagos y monocitos de las tonsilas, el epitelio de sistema respiratorio y los ganglios regionales. Tiene tres versiones respecto a sus afecciones, la respiratoria, la digestiva y la neurológica.

Figura 2. Paciente con fotosensibilidad en la unidad de UCI.
Figura 2. Paciente con fotosensibilidad en la unidad de UCI.

A los 2-4 días del contagio se dará el momento más alto de replicación en el organismo. A partir de ahí, el virus alcanza el sistema digestivo, hígado, médula ósea, tejidos linfoides y el bazo. Aparece la fiebre y la linfopenia. Días después, el virus afecta a los ojos, la piel y el sistema nervioso central, y su eliminación comienza por los epitelios respiratorio, gastrointestinal y urinarios.

La aparición de sintomatología nerviosa aparecerá a los 14-20 días postinfección y con animales de respuesta inmunitaria muy comprometida.

El pronóstico de recuperación varía en la respuesta inmunitaria que el paciente sea capaz de desarrollar. Si la respuesta inmune no es suficiente, el animal contagiado va a desarrollar un fallo multisistémico y no sobrevivirá a la infección. Si la respuesta es deficiente, pero en niveles bajos, la enfermedad puede cursar de forma más leve e incluso inaparente. La eliminación del virus en estos casos puede tardar hasta 90 días.

Con respuestas eficaces del sistema humoral, la enfermedad será asintomática.

Contagio

El virus se contagia vía fluidos corporales, aéreos, digestivos, orina y heces. Esto suele ocurrir a los 7 días postinfección. Hay un elevado porcentaje de casos en los que los animales eliminan el virus sin mostrar ningún signo clínico.

Los perros vacunados o tras la infección, adquieren una inmunidad de 2-3 años, pero en casos de no revacunación pueden perder la inmunidad si están en contacto con el virus o en un periodo de estrés o inmunosupresión.

Los cachorros de 3 a 6 meses son también vulnerables en este periodo ya que coincide con el descenso de la inmunidad maternal.

Curiosamente, los perros braquicefálicos presentan menor prevalencia del virus que el resto de las razas, pero generalmente cualquier animal que esté en contacto con animales salvajes está expuesto.

Pruebas diagnósticas

Como en el resto de las infecciosas que afectan al sistema nervioso central, la detección de la enfermedad es complicada. Los signos neurológicos pueden no ser específicos de la enfermedad sino de una localización neuroanatómica, y otro inconveniente es que para confirmar el virus debe presentarse en el sistema nervioso central y poder así confirmarlo.

Si se realizan pruebas de hematología se aprecia trombocitopenia en un alto porcentaje de casos, mientras que en la bioquímica pueden aparecer valores normales.

La prueba de inmunofluorescencia directa para antígeno de moquillo en raspados conjuntivales es la técnica más usada y normalmente el resultado es positivo.

Actualmente existen las pruebas de PCR y diversas variedades de rastreo del virus del moquillo y de bacterias y otros virus de manera más amplia.

Una prueba con alta especificidad es la inmunohistoquímica (IHQ) descritas en piel, mucosas nasales y almohadillas. La IHQ tiene una especificidad de entre 88-96%.

Tratamiento

El moquillo no tiene tratamiento específico. El protocolo utilizado intenta prevenir mediante antibióticos las infecciones secundarias.

Si el animal presenta episodios convulsivos se recomienda el diazepam IV/IR (intrarectal) ya que su efecto es más rápido, y en caso de que no haya respuesta, se añade fenobarbital a 2-5 mg/kg/12h IV,IM u oral.

El uso del Manitol proporciona un éxito momentáneo para el edema cerebral.

Prevención

La utilización de vacunas vivas versus de antígenos inactivados es el protocolo más adecuado para la prevención del virus. La desventaja es la posibilidad de inducir la encefalitis postvacunal en individuos de 3 a 20 días desde la vacunación. Estos problemas se han visto en animales inmunosuprimidos y cursan con convulsiones y movimientos repetitivos, sialorrea, tetraparesia y síntomas vestibulares.

Hepatitis infecciosa canina (enfermedad de Rubarth)

Es una enfermedad infecciosa altamente contagiosa, de distribución mundial y con un subcuadro clínico, a veces invisible.

Agente

La hepatitis infecciosa canina la provoca un adenovirus de tipo 1, es decir, un virus que tiene predisposición a adherirse a glándulas como el hígado.

Los reservorios del virus son perros y zorros.

Síntomas

La presentación de la enfermedad tiene dos vertientes:

  • Forma hiperaguda (en animales jóvenes), que manifiestan dolor abdominal y muerte en pocas horas.
  • Forma aguda (enfermedad clásica), que presentan al principio letargia acusada. En la exploración se detecta fiebre e inflamación de las amígdalas, congestión de las mucosas y aumento de tamaño de los ganglios submandibulares. En esta fase aparecen las diarreas y los vómitos, junto con anorexia e hipersensibilidad a la luz intensa. El hígado puede verse afectado, aumentando su tamaño, hay dolor a la palpación. Algunos individuos presentan edema corneal dependiendo de la cepa del virus, suelen aparecer a los 10 días, después de iniciarse los primeros síntomas.

Las mucosas se vuelven ictéricas y hay sangrado en las encías. La musculatura pierde elasticidad y se contraen debido al dolor. En esta fase la tasa de supervivencia es muy baja:

  • Forma leve, donde el paciente solo cursa con fiebre y en ocasiones diarreas y aumento de los ganglios.
  • Hay que considerar variaciones en estos síntomas que despistan y pueden dirigir el diagnóstico hacia un moquillo.

Contagio

La contaminación entre animales es por vía oronasal y mediante ingestión de orina, heces o saliva de perros infectados. Los perros que sobreviven a la infección pueden excretar el virus por orina durante 6 meses.

Pruebas diagnósticas

El virus puede detectarse en un laboratorio convencional con pruebas ADN y otros métodos a partir de una biopsia extraída de hígado o ganglios linfáticos inflamados.

En la forma clásica, se puede diagnosticar clínicamente, aunque es recomendable recurrir a las analíticas de laboratorio.

Tratamiento

El tratamiento es antibiótico para controlar las infecciones bacterianas secundarias. El resto de los síntomas como la diarrea y los vómitos se controlan siguiendo el protocolo normal de las patologías gastrointestinales.

Prevención

El protocolo de prevención es la vacunación, inoculando el adenovirus tipo 2 que protege contra la hepatitis infecciosa y la laringotraqueitis infecciosa canina.

Protocolos de seguridad con pacientes infecciosos

Con todas las enfermedades infecciosas se han de cumplir todos los protocolos de seguridad para prevenir contagios intraespecie por el mal manejo en hospitalización.

En consulta, cuando surge la duda de si es o no infeccioso, lo ideal será ponerse una bata desechable y guantes para su manipulación.

Habrá que intentar desplazar al paciente lo menos posible por el hospital. Si se requieren radiografías se preparará previamente la sala cubriendo la mesa con empapadores y luego desinfectándola con lejía y teniendo precaución de no poner un paciente joven o sin vacunar en contacto directo con la mesa. Lo mismo se debe hacer con la sala de ecografía.

Cuando se certifica que es positivo a una enfermedad infecciosa, si el paciente es pequeño, el personal vestido con los elementos de seguridad cogerá al animal y lo llevará a la sala de aislamiento. Esta sala debe estar alejada del resto de hospitalizados.

Figura 3. Vestimenta de seguridad para la entrada al área de infecciosos.
Figura 3. Vestimenta de seguridad para la entrada al área de infecciosos.

Si es un perro de medio/gran tamaño, la clínica deberá disponer de una camilla para este tipo de animales, es decir, una camilla en una zona intermedia que solo se usará para desplazar animales infecciosos y que siempre después de su uso se desinfectará correctamente. En caso de tener solo una camilla, la desinfección también se hará tras cada uso y con la misma precaución de no usarla con cachorros y animales sin vacunar.

Una vez en la sala, cada vez que se vaya a entrar, el personal deberá vestirse de manera adecuada. Es decir, bata, mascarilla, gorro, calzas y doble guante (Figura 3).

La forma de proceder dentro deberá ser muy cuidadosa. Si tenemos varios animales, la bata y los guantes deberán ser diferentes cuando se trabaje entre ellos. Lo mejor es empezar y terminar el trabajo con cada uno antes de pasar al siguiente animal. Entonces se deben cambiar la bata y los guantes entre pacientes.

Todo material que entre en la sala no debe salir. Con lo cual, lo ideal es tener termómetros, fonendos, bombas de infusión y todo el material necesario para evitar tener que salir de la sala.

Terminado ya el trabajo, el orden de desvestirse también debe estar protocolizado. Lo mejor es desvestirse lo más cerca de la puerta de salida.

Primero hay que quitarse el primer par de guantes, quedando así con el segundo par de guantes limpios, que no han entrado en contacto con el paciente. Con los guantes limpios, hay que quitarse el resto de la vestimenta excepto las calzas. Estas se quitarán primero un pie, y éste ya sin calza pasará al otro lado de la puerta y luego la otra calza. Desde fuera, se quitan los guantes y se tiran al contenedor de infecciosos que está en el área interior. Nunca se tiran en los contenedores de basura normal.

Para la limpieza tras el paso de un animal infeccioso, se debe consultar la resistencia del agente a determinados productos. Se hará la disolución correcta y se rociará generosamente la estancia, jaula, paredes, superficies y todo lo utilizado que no se pueda desechar (p. ej., las bombas de infusión, los termómetros, etc.).

Se deja un periodo de tiempo para que el desinfectante actúe, luego habrá que tener precaución antes de acomodar a otro animal en esa jaula. Preferiblemente se debería mantener un par de días en cuarentena y pasado este periodo de tiempo volver a limpiar y secar. Una vez hecho esto, ya estaría apta para su uso.

Conclusión

Las enfermedades infecciosas coinciden la mayoría en que el tratamiento es sintomático, y se debe prevenir las infecciones asociadas al curso de la enfermedad.

Es muy importante conocer la etiología del virus y sus características.

Los síntomas en ocasiones son generales a cualquier otra patología. De ahí su dificultad de ser diagnosticadas.

El conocimiento de los síntomas que se pueden dar es fundamental, para estar preparado a lo que se puede presentar y a los cambios de estado del paciente.

Parte importante es la prevención y el minimizar los riesgos de contagio de los animales sanos.

La limpieza y desinfección posterior a la salida del paciente es fundamental para minimizar el contagio y la duración del virus en el entorno.

Bibliografía

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