Peritonitis infecciosa felina, variante neurológica, reporte de un caso.
Resumen breve
El caso mostrado tuvo los valores analíticos alterados claves en la PIF, como son hiperproteinemia, hiperglobulinemia, hipoalbuminemia e hiperbilirrubinemia2, y en base a esa sospecha se realizó la necropsia, cuyas lesiones encontradas, macroscópicas y la histopatología realizada, ampliada a la inmunohistoquímica, dando un resultado positivo a los antígenos del virus mutado (FCoV), fueron determinantes en el diagnóstico definitivo.Índice de contenidos

Introducción
Ante un gato con síntomas neurológicos, joven, menor de tres años y que ha tenido contacto con otros gatos del entorno, es importante incluir entre los diagnósticos diferenciales al virus peritonitis infecciosa felina1. La peritonitis infecciosa felina (PIF) es una patología con la suficiente prevalencia para ser reflejada en el algoritmo diferencial de patologías sistémicas felinas, siendo los gatos de menos de dos años de edad especialmente vulnerables a ella2. Esta es una enfermedad de tratamiento complejo y controvertido, al igual que la profilaxis vacunal3, mortal de necesidad, que implica siempre un reto para su diagnóstico veterinario. Ello es debido a la existencia de una amplia variedad de síntomas y resultados laboratoriales, hallándose dos patotipos del agente etiológico coronavirus felino (FCoV), concretamente el coronavirus entérico felino (FECV) y el virus de la peritonitis infecciosa felina (FIPV), que varían fundamentalmente en su virulencia, pero son indistinguibles por varios métodos de diagnóstico, siendo la histopatología imprescindible para confirmar el diagnóstico definitivo4.
Caso clínico
Se describe el caso clínico de un gato de dos años de edad, macho, entero y raza Común europeo que acude al hospital veterinario CEU Cardenal Herrera (Alfara del Patriarca, Valencia) con un cuadro de sintomatología nerviosa, mostrando ataxia y debilidad del tercio posterior, de un mes de curso y pérdida de peso reciente. Es un gato de vida interior, sin contacto con el exterior, pero sí convive con otros gatos. Carece de vacunaciones, aunque sí que lo han desparasitado internamente. Presenta anorexia e ictericia.
Se realiza analítica sanguínea completa, mostrando como hallazgos relevantes en la hematología anemia no regenerativa, leucopenia y trombocitopenia. A nivel bioquímico se observa una bilirrubina total (Tbil) aumentada, proteínas totales y globulinas por encima de rango.
Se realiza testaje de virus felinos (FeLV/FIV) dando positivo al virus leucemia felina.
Ante la sospecha de etiología neurológica, se realiza un TAC y mielotac (TAC con contraste), dando como posible diagnóstico un síndrome centromedular, sin más hallazgos relevantes. Asimismo, se realiza punción espinal y extracción de LCR, no evidenciando ninguna anomalía en él.
Se instaura un tratamiento basado en corticoterapia y se coloca una sonda nasogástrica para alimentación parenteral.
Ante la progresión de la sintomatología se realiza eutanasia humanitaria, obteniendo los siguientes datos en la anatomía patológica:
• Lesiones macroscópicas: al abrir la cavidad abdominal, se observa una leve cantidad de líquido abdominal libre, de aspecto serofibrinoso y color marrón, compatible con ascitis (Figura 1). Se observan unos riñones con superficie irregular y a la sección pérdida de definición corticomedular (Figuras 2 y 3). Se extrae la médula espinal en su porción cervicotorácica y macroscópicamente no se observan hallazgos relevantes (Figura 4).

Figura 1. Líquido libre en cavidad abdominal.

Figura 2. Superficie externa de ambos riñones.

Figura 3. Sección de ambos riñones.

Figura 4. Médula espinal, región cervical.
- Histopatología: a nivel histopatológico se observan las siguientes lesiones:
- Riñones: nefritis intersticial con presencia de granulomas y vasculitis (Figuras 5 y 6). Se observa un infiltrado de tipo linfoplasmocitario en el córtex e infiltrados piogranulomatosos perivasculares.
- SNC: médula espinal. El análisis histopatológico evidenció infiltrados piogranulomatosos perivasculares, vasculitis e infiltrados linfoplasmocíticos en las leptomeninges y, de forma leve, en la sustancia blanca (Figuras 7-9).

Figura 5. Riñón, córtex. Se observa un infiltrado inflamatorio intersticial linfoplasmocitario.

Figura 6. Riñón, córtex, ampliación. La flecha negra señala una vena rota invadida por el infiltrado inflamatorio y presencia de fibrina (flebitis).

Figura 7. Médula espinal. Se observa un infiltrado inflamatorio en las leptomeninges.

Figura 8. Médula espinal. Imagen ampliada del infiltrado inflamatorio en las leptomeninges.

Figura 9. Médula espinal. Se observa un infiltrado inflamatorio en las leptomeninges. Imagen ampliada mostrando el infiltrado de tipo linfoplasmocitario. La flecha negra indica una célula plasmática. La flecha verde muestra un linfocito.
- IHQ: se observa reacción positiva frente el virus de la peritonitis infecciosa felina en las preparaciones estudiadas (Figuras 10-13).

Figura 10. Inmunohistoquímica (+) al virus PIF de las preparaciones estudiadas. (A) Riñón.

Figura 11. Inmunohistoquímica (+) al virus PIF de las preparaciones estudiadas. El marcaje positivo se encuentra en el interior de los macrófagos. (A) Riñón. Imagen ampliada.

Figura 12. Inmunohistoquímica (+) al virus PIF de las preparaciones estudiadas. (B) Médula, leptomeninge.

Figura 13. Inmunohistoquímica (+) al virus PIF de las preparaciones estudiadas. El marcaje positivo se encuentra en el interior de los macrófagos. (B) Médula, leptomeninge, imagen ampliada.
- Diagnóstico morfológico:
- Nefritis intersticial y vasculitis.
- Se observa meningitis en la piamadre y vasculitis, además de una infiltración inflamatoria leve en la sustancia blanca (mielitis).
Discusión
La peritonitis infecciosa felina tiene dos formas de presentación clínica, una seca o piogranulomatosa sistémica y una forma efusiva, con presentación de líquido libre en cavidades celómicas.
Se origina por la mutación de un coronavirus felino (FECV), cuya patogenia más destacada es que los macrófagos cargados del virus desencadenan una intensa reacción inflamatoria desembocando en una vasculitis piogranulomatosa sistémica, evolucionando de FECV a FIPV1.
Dicha enfermedad empezó a ser relevante a nivel clínico a partir de la década de 19505; desde entonces los estudios y publicaciones han sido frecuentes, sobre todo a partir de finales del siglo XX.
Fisiopatogenia del PIF
El FECV y la PIF (FIPV) presentan diferencias funcionales, ya que los FECV se replican principalmente en el epitelio intestinal y se eliminan en las heces, y los FIPV se replican eficientemente en los macrófagos e inducen una enfermedad sistémica9.
Afortunadamente, el biotipo más frecuente del coronavirus en gatos (FECV) es la cepa no mutada, frente a la mutación, que es la causante de la patología. Esta mutación o virus FIPV hace que los virus pierdan tropismo por los enterocitos y lo deriven a los macrófagos5.
Se desconoce el sitio exacto en el que se producen estas mutaciones, pero aparentemente es en algún punto entre el intestino con los enterocitos y las lesiones de PIF, donde encontramos los macrófagos.
Un posible sitio intermedio para esta transformación serían los monocitos/macrófagos de la sangre, que se sabe que se infectan durante la infección por FECV9. La transición de FECV a FIPV parece implicar una selección positiva de mutantes que son cada vez más aptos para la replicación en macrófagos y no aptos para la replicación en enterocitos. La célula diana final no es cualquier macrófago, sino una población distinta de monocitos/macrófagos precursores que tienen una afinidad específica por el endotelio de las vénulas de la serosa, el epiplón, la pleura, las meninges y el tracto uveal5, dando las lesiones siguientes, patognomónicas de la PIF: vasculitis, efusiones en cavidades corporales y lesiones inflamatorias fibrinosas y granulomatosas6,10.
El caso clínico expuesto muestra unas lesiones macroscópicas e histopatológicas compatibles con las descritas en la bibliografía existente10.
Diagnóstico de la PIF
Ante una patología cuyo pronóstico es malo o reservado, obviamente hay que establecer un diagnóstico lo más certero posible, no hay retorno posible si decidimos eutanasiar un gato que creemos que es positivo a la PIF y no lo es. Por ello, la forma definitiva de diagnosticar la PIF correctamente ante mortem, es realizar una biopsia del tejido u órgano afectado mostrando las lesiones descritas y un resultado positivo a los antígenos del virus (FCoV) mediante IHC12, pudiendo determinar incluso la cepa del virus7.
El caso mostrado tuvo los valores analíticos alterados claves en la PIF, como son hiperproteinemia, hiperglobulinemia, hipoalbuminemia e hiperbilirrubinemia2, y en base a esa sospecha se realizó la necropsia, cuyas lesiones encontradas, macroscópicas y la histopatología realizada, ampliada a la inmunohistoquímica, dando un resultado positivo a los antígenos del virus mutado (FCoV), fueron determinantes en el diagnóstico definitivo.
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12. Tasker, S., Addie, D. D., Egberink, H., Hofmann-Lehmann, R., Hosie, M. J., Truyen, U., Belák, S., Boucraut-Baralon, C., Frymus, T., Lloret, A., Marsilio, F., Pennisi, M. G., Thiry, E., Möstl, K., & Hartmann, K. (2023). Feline Infectious Peritonitis: European Advisory Board on Cat Diseases Guidelines. Viruses, 15(9), 1847. https://doi.org/10.3390/v15091847